
Vivían de changas y labores precarias. Ahora arreglan techos y pintan la Escuela Sarmiento. Aspiran a convertirse en cooperativa y que esta experiencia sea una carta de presentación

Escribe: Diego Bengoa. Foto: Victoria Araujo (DE NUESTRA REDACCION)
Trece adolescentes y jóvenes, coordinados por un vecino de 49 años, conformaron un grupo de trabajo que aspira a convertirse en una cooperativa y terminar con la precariedad laboral o las largas etapas sin laburo, en el corazón de barrio La Calera.
Anteayer comenzaron con su primera tarea formal, la que se extenderá hasta el 22 de noviembre: arreglo de techos y pintura en la Escuela Domingo Faustino Sarmiento, que hace tiempo necesitaba de una lavada de cara.
Pasado el mediodía de la víspera recibieron a EL DIARIO mientras desempeñaban sus tareas en el techo de la institución que refaccionan para sus 75 años. Angel Casas, Héctor Guzmán, Lucas Guzmán, Juan Arce, Franco Pérez, Agustín Vieyra, Agustín Ramírez, Lucas Torres, Agustín Heredia, Lucas Deheza, Sergio Vargas, Santiago Altamirano y Gabriel Tolaba, con Víctor Sánchez a cargo, tienen su primera práctica concreta rumbo a conformarse en cooperativa. De 8 a 16, con una pausa al mediodía para almorzar, le dan otra vida al colegio mientras cimentan su futuro, para dejar atrás períodos caracterizados por la ausencia de oportunidades.
“Vivíamos de changas”, señalaron a este diario cuatro de ellos: Vargas (16), Pérez (16), Héctor Guzmán (21) y Casas (22). Uno lijaba puertas y maderas, otro limpiaba vidrios de automóviles en esquinas de la ciudad. Algunos directamente no tenían trabajo.
Cinco ya son papás y otros van camino a serlo. A todos les urgía una fuente laboral concreta, que comenzó a germinar cuando le pidieron ayuda a la comisión vecinal liderada por Marisa Sánchez. Tras varios encuentros con los dirigentes del barrio se produjo el contacto con el Instituto Municipal de Inversión (IMI) y germinó la idea. Ayer, agradecieron a Omar Regueira y a la arquitecta Claudia Coutsiers, del ente municipal, por esta enorme mano.
Según contaron los pibes y mujeres del sector, desde el IMI se les brindaron los materiales necesarios para la obra y las herramientas, con la particularidad de que éstas les serán descontadas del pago que les corresponderá por su labor para que directamente les queden a ellos: será el insumo que tendrán para su proyecto.
“Es como una prueba piloto, con seguro, tres con monotributo, todo en regla. Esta será como una carta de presentación a futuro”, dijo Carola Díaz, entusiasmada con el inicio de los chicos.
Marisa Sánchez, la presidenta de la comisión, subrayó que el grupo de vecinalistas apuesta “a los pibes, que están felices y nosotros también”. “Muchos no creían en ellos. Pidieron al centro vecinal una oportunidad y afortunadamente se dio. Estamos seguros de que van a hacer un buen trabajo”, señaló.
Valoró el empuje con el que empezaron la obra y comentó que los jóvenes le pagan a dos mamás que lo necesitan para que puedan hacerles el almuerzo diario, que se sirve en el comedor comunitario Caritas Felices. “Ellos mismos compran su comida, no es que se les regala”, resaltó una de las señoras.
Los adolescentes que hablaron con este matutino confirmaron que es la primera vez que tienen una oportunidad así. “Muchas veces nos marginaron. Para mucha gente decir que somos de este barrio es una mala palabra”, confió espontáneamente uno de los entrevistados. Sus compañeros coincidieron en que se les hacía difícil conseguir laburo.
¿Cuáles son las metas y deseos? “Llegar a conformarnos en cooperativa barrial. Muchos barrios la tienen, ¿por qué nosotros no?”, comentaron al unísono.
Y siguieron con sus labores, dando muestras de que con oportunidades todos estos pibes pueden brindan lo mejor de sí.