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Tu  nombre me sabe a Peña…

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Tu  nombre me sabe a Peña…

Por El Lechuzón

¡Ah, no, no, no, no, m’hijito. Eso sí que no! No empecemos con el vino desde temprano porque después, a la hora de hacer declaraciones decimos calquier cosa… ¿Cómo es eso de que el gobernador Schiaretti propone cambiarle el nombre al Festival de Peñas?  ¡No, señor! Que usted será muy gobernador y su señoría mantantirulirulá, pero el Festival de Peñas es el Festival de Peñas antes que usted fuera gobernador y seguirá siendo el Festival de Peñas cuando usted no figure ya ni siquiera en las listas del supermercado. ¡La Peña no se mancha; eso sí que no!

Uno de mis informantes me comentó que hay autoridades de la Municipalidad que quisieron justificar el cambio de nombre diciendo que el Festival, con el correr del tiempo, fue perdiendo ese espírito de peña. Craso error. Y al mataburro voy corriendo para demostrarlo en menos de lo que canta un artista local sobre el Hernán Figueroa Reyes, o sea, dos o tres temas. Dice el diccionario: “Una peña es una agrupación o conjunto de personas que participan de forma conjunta y con unos intereses comunes en fiestas populares o en actividades gastronómicas, culturales o deportivas”. O sea: Lechuzón 1 – Schiaretti 0.

Muchas cosas pueden ser consideradas peñas, no solo las de folclore con bota e’ potro, boleadoras y chiripá. No solo las de zambas y chacareras. Incluso el mismísimo Marcos Peña, que no tiene ni la menor idea de lo que es el sentir popular y nacional, se sigue llamando Peña, por lo que, el Festival de Peñas, con muchísimo más razón puede ser así llamado. Porque acá, en Villa María, las cosas se llaman como quiere la gente. Por ejemplo, la Gruta se llama Gruta, aunque no es una gruta propiamente dicha. Y si no le gusta, señor gobernador, a llorar a la Gruta.

Lechuzón 2 – Shiaretti 0

Porque acá, el Palace Hotel se llama Palace Hotel y aunque ahora no funcione allí un hotel y sea sede del Palacio municipal, se seguirá llamando Palace Hotel y de paso, el nombre le va como pintado porque hay varios ahí que parece que estuvieran de vacaciones. Aunque pensándolo mejor, también le viene bien para recordarles a los funcionarios que en relidad están de paso y si el soberano lo decide, tienen que hacer la valijas y seguirlo a Schiaretti, a llorar a la Gruta.

Pero volvamos a la Peña, y a esta suerte de clase pública (¿qué les puedo cobrar?). Hay, por ejemplo, Peñas de Apuestas, y le viene bien al Anfi el mote también porque hay varios que vienen a timbear, y juegan con la paciencia de la gente, que es mucha, pero no es infinita.

Están también las Peñas Gastronómicas, y en el Anfi hay chori, expresión gastronómica nacional por definición y antonomacia. Razón demás para mentarle Peña.

Luego debemos ponderar las Peñas Culturales, que convocan a personas en torno a  las expresiones artísticas. Más claro, échele soda.

Y así sucesivamente, los ejemplos de Peñas se van desgranando como cuentas de un rosario para avalar, confirmar, sellar y lacrar los fundamentos de por qué el Festival de Peñas se debe llamar Festival de Peñas. Protocolícese y archívese. La fiscalía descansa.

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Y si al gobernador y/o/u a algún otro funcionario no les gusta que se llame Festival de Peñas y prefiere algo como Festival del Canto o Festival de la Canción, les sugiero que se nacionalice chileno y se afinque en Viña del Mar. Le deseo buena suerte y las mejores melodías, pero acá, en Villa María, cuando el verano está en flor y el aire se vuelve menta, se hace el Festival de Peñas.

No sé si he sido lo suficientemente claro.

“Tu nombre me saaaaabe a Peñaaaa, de la que crece en el Anfi, a golpe de luna y riiiioooo”. No hay nada como cantar para sentirse bien, y si uno le canta las cuarenta a alguien, mejor.

Y ahora me voy, pal’ Festival de Peñas. Pero antes, me daré seguramente unas vueltas por las peñas. Pero no sin antes dejarle a mis contertulios de la peña de la vida, un cacho de cultura peñera:

“El origen etimológico de la palabra peña es muy claro. Procede del latín, del término “pinna”, que puede traducirse como “pluma”, “ala”. Y yo, plumífeto abanderado del Festival de Peñas, de alas y de plumas, me la sé lunga, creanmelón.

¡Vamos con una que sepamos todos! ¡Y que viva el Festival de Peñas, che!

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