
Los percusionistas se llegaron hasta el Inescer para participar del desarrollo del proyecto de pedagogía de la memoria que, bajo el título “Impacto del terrorismo de Estado”, viene teniendo lugar en esta institución educativa

Suenan los tambores, es como una llamada. El repique de los parches anuncia que los integrantes de la batucada “Libres y Locos” están llegando al edificio del Inescer “Dr. Angel Diego Márquez” para hacer un taller de memoria acerca de las huellas que dejó el terrorismo en nuestra sociedad. Facundo, Ramiro, Danel, Lautaro y otros insisten con el “tam, tam” de sus instrumentos, todos los alumnos de la institución de educación terciaria se preguntan quiénes ejecutan esa música. Es la manera que tienen de anunciarse los jóvenes del barrio San Nicolás. Vienen a participar de un proyecto del área de Derechos Humanos del Instituto Nacional de Formación Docente que está pensado desde la pedagogía de la memoria. Su rítmica alegría es recibida con mucho respeto por parte de la directora y vice de la institución. Ellos les responden con repiqueteantes sonidos que recuerdan los lazos con las culturas afro de esas percusiones.
Daniel, Adriana, Lucas y Ema se suman al grupo y, con todos los demás, ingresamos al aula para comenzar a hablar de la dictadura cívico-militar desaparecedora de personas. La misma que, a poco de iniciarse en 1976, prohibió el festejo del carnaval, las murgas y todo tipo de manifestaciones parecidas. Uno de los instrumentistas sintetiza lo que hablamos a lo largo de 10 minutos, “querían todo gris. Un pueblo gris”, la frase cae justo, como el compás que marca el golpe de la maceta en el zurdo.
Reunidos en el aula agarramos un redoblante, lo acariciamos, lo golpeamos con los dedos y vamos diciendo qué nos acercó a la batucada; qué sentimos con sus sonidos. Entonces el aula florece en respuestas profundas, frases inteligentes que traen emociones. La primera de ellas la comparte uno de los muchachos de mayor edad (unos 23 años) cuando el docente propone la actividad, dice: “Amigo, eso es directo al corazón”. Y los corazones se abren y nos cuentan de la libertad que sienten en cada ensayo; del orgullo que despierta poder hablar de su barrio a partir de cosas positivas; del encuentro de amigos; de ocupar el tiempo en algo “que hace bien” restándole posibilidades a quienes pretenden tentarlos con otras cosas que hacen daño.
Luego, en las imágenes de un video que registró un ensayo en las calles del San Nicolás, pueden verse ellos mismos ejecutando los instrumentos; se descubren con sus caras concentradas, creando sonidos que narran una historia compartida. Luego en el taller ofrecemos la posibilidad de ver un documental acerca de la censura de la música durante la dictadura. Miran en silencio, pero cada tanto surgen palabras y junto a los nombres de músicos populares como Charly García o León Gieco van sonando voces. Así llegan nombres de integrantes de la batucada: Demian, Tomás, Roque, Mauro, Cristián, Juan, Manuel, Dilan, Maico, Milton, Nahuel, y sigue la lista. Todos comparten el amor por la música, saben que los sonidos no sólo atraviesan el aire, sino que bordan esperanza en los corazones. Al final del taller les queda claro que aquella dictadura no quería alegría, pero que el pueblo sabe encontrar los caminos para no quedarnos sin música. Ellos son seguidores de esa historia.
Lic. Jesús Alberto Chirino