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Tocaron las bandas del Verde

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Tocaron las bandas del Verde
Abrazos y festejos se tiñen de verde. Fue la segunda victoria de Rivadavia (foto, Osvaldo Carballo)

LIGA VILLAMARIENSE DE FUTBOL – Torneo Clasusura – Zona B – 2da. fecha

Rivadavia volvió a ganar, esta vez con goles en el complemento y en un partido cambiante. Fue 2 a 1 ante Hipólito Yrigoyen, que buscó hasta el final. El trabajo por las bandas, en los de Santoni, fue la clave de la victoria

Escribe Daniel Rodríguez

En una tarde casi primaveral, verdes y rojos se enfrentaban para animar la segunda fecha de liga en un cotejo por demás interesante.

En Arroyo Cabral, el local, Rivadavia, jugaba por primera vez ante su gente mostrando a un equipo que tenía nuevas incorporaciones tras el fin del reciente torneo.

Por el costado de Hipólito Irigoyen, Horacio Moreno presentó un equipo donde los juveniles predominan (acompañando a los ya experimentados). Y en ese contexto, todos los pronósticos daban el augurio de un encuentro más bien animado. Así fue.

 

Minutos de estudio

Los primeros 45’ tuvo mucho de insinuaciones por parte de los dos planteles, más poco se vio reflejado en las redes. Ambos elencos, bien acomodados (con cuatro en el fondo cada uno) se acartonaron durante la primera etapa y siguieron su libreto a rajatabla. El trajín hacía suponer que el resultado final sería un cero a cero implacable. Por esta cuestión siempre es bueno agradecer que el fútbol tiene sus sorpresas.

Igual, emociones no faltaron. Ya a los 3 minutos el dueño de casa había ejecutado tres tiros de esquina, producto de su anhelo de empezar ganándolo. La velocidad de Gozzerino asociada con el juego de otro ex-Alem, Maximiliano Le Roux, favorecían a poder trepar por las bandas e inquietar la última línea defendida por Ezequiel Oliva. La tarea ofensiva de elenco cabralense era clara: encontrar a Elián Geremía como un nueve referencial en el área, tarea que se hizo dificultosa con Maximiliano Theiller, Leonardo Sabugo y Kevin Godoy en frente.

En tanto, respecto a la tarea en los últimos metros, el control de en velocidad de Leonardo Chiappero y la capacidad creativa de Mariano Fernández también pronosticaban y prometían alguna inquietud. Lamentablemente su nivel fue cayendo con el paso de los minutos.

Fernando Ferrari, volante ofensivo de los tiopujienses, tuvo alguna chance para ajustar un pase entre líneas. Pero entre Gudiño y Ferreira fue complejo. Asimismo, en la primera parte, Bustos ya comenzaba a ilustrar sobre los laterales, un trabajo que finalmente sería decisivo para poder golpear al mentón a su rival. Misma tarea llevó adelante Le Roux, por su parte.

Entre varios centros intrascendentes y disparos tímidos, por cada costado, el telón del primer acto se bajaba y sólo algunas cuestiones positivas asomaban. Algún centro de Matías Bustamante, el cual siempre se mostró activo en el juego, y la participación de Franco Gozzerino al momento de invadir territorio enemigo, eran las armas que más se exploraban. En tanto, Esteban Oliva, en lo diablos, también se mostraba dueño de un tranco interesante pero las jugadas siempre terminaban de la misma manera: barajando y repartiendo de nuevo.

 

El grito sagrado

Ya para la segunda etapa la historia fue más bien distinta. Los técnicos hicieron su trabajo en los vestuarios y los 22 salieron con otro semblante, momento en que emergieron los volantes verdes, adelantando un par de metros.

Así fue que, a los 7’ por fin llegó el grito sagrado para los anfitriones: Tras conseguir un tiro libre en los últimos metros de la zona ofensiva, Matías Bustamante envió un zurdazo que, con una rosca increíble, atravesó toda al área chica y se le metió en el segundo palo a un Ezequiel Oliva que se quedó a medio camino. Era la puerta a una victoria, por la mínima, para el elenco que había puesto más en juego.

Los locales se habían hecho patrón del juego, más bien confiados. Y hubo chances para liquidar el pleito, pero a los 30, siempre en la segunda etapa, el elenco de Tío Pujio mostró que siempre iba a dar pelea. Un disparo de Esteban Oliva que se fue por muy poquito, les dio una dosis de realidad necesaria.

Igual Rivadavia, que iba e iba, tuvo entonces su segundo premio: a los 35’, la ventaja se hizo mayor. Un buen desborde por derecha de Bustos lo puso cara a cara con la línea de fondo. Desde allí, el mediocampista envió un pase rasante al centro del área dónde el recién ingresado Mayco Dichiara sólo tuvo que empujarla para poner el 2 a 0 que traducía en el resultado lo demostrado en el juego.

El segundo gol no aplacó a los de rojo, a tal punto que, a los 43 minutos del epílogo, la historia sufría un cimbronazo: el descuento. Tras un pique de Esteban Oliva, con guapada incuida sobre Ferreyra, él mismo envió el balón al área. Allí, tras una serie de rebotes, con Berardo en el piso (producto de la carambola) Alexis Esquivel encontró un resquicio entre el arquero y el poste para ubicar el gol que achicara la diferencia. Pocos minutos quedaban, pero le agregó a final un condimento de dramatismo.

Rivadavia ganó merecidamente, por saber utilizar bien las bandas y golpear en los momentos más oportunos. En Hipólito Irigoyen, en tanto, queda el mérito de defensa bien amueblada, pero sabiendo que tal vez necesita un poco más de presencia en ataque.

 

La figura

Matías Bustamante. El “10” tuvo una tarde repleta de protagonismo. Asistió en defensa, colaboró en las recuperaciones y también tuvo su gol: un zurdazo que se clavó en el ángulo, para darle fin a la paridad.

 

El árbitro

Marcos Páez Bien. El encargado de impartir justicia no influyó en el resultado final del partido. Dejó jugar y no interrumpió el juego con roces intrascendentes.

 

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