Inicio Culturales “A la hora de firmar un acuerdo con Monsanto no hay una grieta”

“A la hora de firmar un acuerdo con Monsanto no hay una grieta”

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“A la hora de firmar un acuerdo con Monsanto no hay una grieta”
“El campesinado va resistiendo a los desalojos, a las políticas sin control y al desmonte que estamos padeciendo en la provincia”, señala

En el marco de la Feria del Libro, el autor radicado en Colonia Caroya abordó los peligros del modelo sojero en la provincia y el país 

“El campesinado va resistiendo a los desalojos, a las políticas sin control y al desmonte que estamos padeciendo en la provincia”, señala
“El campesinado va resistiendo a los desalojos, a las políticas sin control y al desmonte que estamos padeciendo en la provincia”, señala

“El propósito del libro era divulgar los desalojos, el desmonte y las fumigaciones en la provincia”, comenta Leonardo Rossi tras su presentación del martes en el Leonardo Favio.

Y su libro es, en efecto, una reunión de trabajos aparecidos en diversos medios del país que fueron sistematizados en un solo volumen. Sin embargo, su autor explica: “Incorporé nuevo material investigativo, documentos y testimonios”.

-¿Cuándo empezás a investigar la temática ecológica?

-Desde que me inicié como periodista en Buenos Aires hace ocho años. Empecé como pasante en Página 12 y realicé muchos artículos viajando a distintos lugares del país como Formosa, Santiago del Estero y Chaco. El objetivo de mis notas era visibilizar el impacto negativo de los agronegocios en términos sociales, culturales, ecológicos y sanitarios. Y una vez radicado en Córdoba profundicé la realidad del modelo en la provincia.

-¿Qué responsabilidad tiene el Estado en la aplicación de un modelo tan pernicioso?

-El modelo excede por lejos al país ya que es a escala internacional y cuenta con un aval absoluto de todos los Estados. Hay un caso emblemático que es la instalación de Monsanto en Malvinas Argentinas, una localidad del Gran Córdoba. Para esa instalación la empresa contó con el aval del Gobierno nacional, que estaba representado por el Frente para la Victoria; también con el aval del Gobierno provincial representado por Unión por Córdoba, que era un peronismo opositor a ese gobierno, y con el del Gobierno municipal de Malvinas Argentinas que era de Unión Cívica Radical. O sea que a la hora de firmar un acuerdo con Monsanto no hubo grieta política en Argentina.

-¿Ningún funcionario ha sido crítico con este modelo?

-Hay algunos legisladores que tienen otra visión, pero son absolutamente minoritarios. Durante el kirchnerismo el modelo avanzó como nunca y se duplicaron las superficies sembradas de soja. Y ahora, el macrismo, no intenta ni por asomo cambiarlo, sino que busca profundizar.

-Pero el clamor popular de Córdoba o San Juan dice algo muy distinto.

-Sí y es lo que intento reflejar en el libro. El campesinado va resistiendo a los desalojos, a las políticas sin control y al desmonte que estamos padeciendo en la provincia. El libro quiere graficar esas luchas, pero también sacar a la luz datos académicos concretos. Hay muchos investigadores que están haciendo un aporte fundamental.

-¿Por ejemplo?

-Hay estudios muy serios en la Universidad Nacional de Río Cuarto que cuentan con el aval de revistas científicas internacionales. Y muchos de esos informes dan cuenta del impacto en la cadena genética de quienes nacen cerca de las zonas fumigadas. Pasamos de sospechas vecinales a estudios científicos que dicen que los agroquímicos son nocivos. Y, sin embargo, se usan más de 300 millones de litros por año en el país. Y mientras no se suspende su uso seguimos enfermando comunidades enteras, viendo inundaciones y el desalojo de comunidades. No es la foto de un momento, sino la pérdida de una cultura que ha sido creada y recreada por generaciones enteras.

-¿Para quiénes está escrito tu libro?

-Para todos los que quieran conocer más sobre la temática. Los que están familiarizados van a encontrar mucho material de nuestras universidades. Para quienes recién se acerquen tendrán un libro de fácil lectura y divulgación. La idea es pensar los impactos de este modelo que nos quieren vender como “el motor del país”, según lo dicho por el presidente. Muchos miden las ganancias pero nadie mide las pérdidas. Nadie ha dicho cuáles son los costos que nos está dejando este modelo en el suelo, en el agua, en la salud, en la identidad alimentaria y cultural de los argentinos.

Iván Wielikosielek

-Especial-

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