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A la luz de las sierras grandes

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A la luz de las sierras grandes

En los últimos recovecos de Traslasierra, el delicioso pueblito ofrece el relax y las pinturas propias del valle. Postales de las colosales montañas y el arroyo amigo, deambular por fincas de hierbas aromáticas y visita a una fábrica de aceite de oliva orgánico

Escribe: Pepo Garay

ESPECIAL PARA EL DIARIO

Desde su pequeñez, se luce Luyaba. Brilla, acaso por el reflejo de un sol que pega de lleno en las muy cercanas y magníficas Sierras Grandes, y cuyo rebote alcanza para iluminar un pueblito de 700 y pico de humanos abrazados a la modorra. Se la pasan bien en estos pagos, dadivosos ellos al presentar los impresionantes paisajes de montaña del Valle de Traslasierra, arroyo siestero, follaje autóctono y aires que mezclan el gauchaje y la bohemia, simbiosis de la idiosincrasia local.

La propuesta sirve para descansar y admirar la mejor cara de Córdoba como se debe. Y también para caminar a paso quedo y descubrir algunos sitios de peculiar interés.

Ubicada unos 60 kilómetros al sur de Mina Clavero (335 desde Villa María), en el paroxismo del llamado “Camino de la Costa” (que une la cabecera del valle con Merlo, en San Luis), la aldea y sus quehaceres de campo se perfilan como un balcón privilegiado para admirar las Sierras Grandes. Esas que corporizan la cadena más importante de nuestra provincia, separando aquí (y bien separados) dos valles emblemáticos: Calamuchita y Traslasierra.

La esencia de este último se aprecia firme incluso desde la plaza, que da a la ruta 14 y a un rededor de calles adoquinadas (unas) y de tierra (las otras), a la orillita misma de la carretera. El caserío forma un tridente de amores junto con sus vecinas San Javier (al norte) y La Paz (al sur), compartiendo aromas a hierbas y olivas. De las primeras, podrá dar cuenta el viajero metiendo las narices entre las fincas, donde paisanos eternos plantan la peperina y la menta.

De las aceitunas (los olivares se aprecian ya desde la ruta) habrá que ir a averiguar a la empresa familiar que desde aquí produce un aceite de oliva para untar en el pan y chuparse los dedos. Las plantaciones tienen más de 15 hectáreas y la casa que hace de fábrica puede ser visitada de forma gratuita. En el interín, un guía de ritmos lentos (tan del valle aquello) explica el proceso, la alquimia que permite el disfrute.

 

Agua y piedra

Durante el otoño, las hojas que sueltan los árboles añosos decoran las callecitas y siembran la dicha. Incluso en la zona del balneario, que palpita fuerte durante los veranos y, en la actual época del año, regala cierta añoranza.

Allí, el piletón es alimentado por el arroyo Las Tunas, cristalino el. Remontando el curso de agua, se pueden encontrar sueños donde mojar los pies. Y senderos que suben y se van a dialogar con las Sierras Grandes, con las sombras de nubes que juegan con las laderas, en un espectáculo súper Traslasierra.

También se sentirá dichoso el visitante que llegue a la Reserva Regional Los Barrancos, un emprendimiento cercano al balneario que busca proteger molles, quebrachos, gatos monteses, iguanas, zorros y muchos más primos.  O el que, de charla en charla con un baqueano, halle las rocas sobre rocas dejadas por los Comechingones, otrora dueños de estas postales exquisitas.  

 

Cómo llegar

Vía Mina Clavero por el Camino de las Altas Cumbres (el circuito más corto es por la variante Alta Gracia – Falda del Carmen – Bosque Alegre), hay que continuar con rumbo sur por la ruta provincial 14. Otra opción es llegar a través del camino Río Cuarto – La Punilla – ruta 1 (San Luis) – Merlo y desde allí tomar la ruta 14 en dirección norte. En ambos casos, hay que recorrer alrededor de 335 kilómetros.

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