Inicio Locales «A los niños se les graba a fuego lo que viven en el jardín»

«A los niños se les graba a fuego lo que viven en el jardín»

0
«A los niños se les graba a fuego lo que viven en el jardín»
“Cuando nos encontramos con chicos violentos es porque lo están sufriendo. Es una víctima”, dijo Adriana Depetris, que comenzó a trabajar en el Bianco cuando tenía 21 años. Familias enteras pasaron por su aula

DESPEDIDA – Se jubiló Adriana Depetris (57), la maestra representativa del jardín del Bianco desde 1983

Dirigió el jardín público durante 12 años. Dijo que siempre supo que quería ser maestra jardinera. Consideró que la primaria debería incorporar aspectos del jardín aunque se avanzó mucho en ese sentido

Escribe: Diego Bengoa

Después de 35 años se jubiló la docente Adriana Depetris,  maestra representativa del Jardín de Infantes Doctor José Bianco, al que con distintos paréntesis condujo durante 12 años, y en el que hizo toda su carrera tras ingresar en 1983, recién retornada la democracia.

¿Qué te dejó el jardín?
-Muchísimo. Desde muy chica tuve en claro que quería ser maestra jardinera, hasta contrariando consejos. Me decían: “Estudiá una carrera”, como si esto no lo fuera. Tuve una guardería en el barrio Ameghino y después ingresé al Bianco, manteniendo mi guardería un poco más.

Todos estos años me dejan mucho reconocimiento, muchísimas satisfacciones, el cariño de familias enteras que pasaron por el jardín. Tal es así que recibí a los hijos de quienes fueron mis alumnos y hasta podrían haber llegado sus nietos, porque mis primeros chicos están cumpliendo 40 años.

Tenía 21 cuando comencé y me gustó siempre.

“Antes era como un rol asistencialista, el de una ‘segunda mamá’, cuando nunca lo fuimos, no se puede remplazar a la madre”

Hiciste mención a que algunas personas te decían que estudiaras una “carrera”. ¿Se subestima a la maestra del Nivel Inicial?
-Sí, pero en los últimos tiempos se la valoriza más. Antes era como un rol asistencialista, el de una “segunda mamá”, cuando nunca lo fuimos, no se puede remplazar a la madre. Pero sí, se la subestima muchas veces. Está también un poco en nosotras profesionalizar nuestra carrera.

¿Cuáles han sido los ejes de tu actuación?
-Sigo considerando que lo básico es la formación de la persona: centrarnos en la solidaridad, el respeto, el compañerismo, la formación ética y ciudadana. Lamentablemente, todo esto después se va perdiendo a medida que se crece.

En el Nivel Inicial lo académico no se descuida, viene por añadidura, pero lo más importante es el trabajar valores.

En conferencias he visto que se le está dando un valor importante al jardín. A los niños se les graba a fuego lo que se hace en el aula, por ejemplo, cuando abordamos el tránsito incorporan plenamente que el semáforo se respeta. Vivencian plenamente cada cosa.

¿Qué te enseñaron los chicos?
-A crecer. Son muy frescos y espontáneos. Me enseñaron el amor puro y sin límites. Te dicen que te quieren y también que no te quieren (risas). Le ponen palabras a todo, son sinceros.

A veces se hace mucha mención a quien es revoltoso, al que habla mucho, pero la cuestión también pasa por centrarnos y fortalecer al chico que está callado, que casi no se expresa, para que sí lo haga. Ese niño también tiene que preocuparnos.

¿La violencia es aprendida?
-Se traslada cuando se la vive. Cuando nos encontramos con chicos violentos es porque lo están sufriendo. Es una víctima, y traslada eso donde puede, lo descarga como puede.

La armonía se enseña. En el jardín se trabaja mucho en la reflexión de las situaciones, en la empatía, en reconocer las consecuencias de nuestros actos y en saber pedir perdón.

En rasgos generales, ¿las familias acompañan?
-De un tiempo a esta parte están más comprometidas que años atrás, y como era antes. Hay familias muy presentes desde todos los lugares…

Por el trabajo, éstas no son las mismas épocas que cuando comencé, en el que la mamá era ama de casa.

Los chicos sufren cuando los padres no pueden acercarse al jardín, pero si se les explican las razones, los niños entienden.

¿Cambió mucho la niñez respecto a cuando comenzaste tu carrera?
-Sí, tienen una mirada totalmente diferente. Hay quienes se aburren, y ahí está el desafío del docente, el de buscar proyectos interesantes que de otras maneras ellos no encontrarían.

Los que cambiaron mucho son los padres. El cambio de los chicos viene de arriba. Cuando el niño viene con un problema es de la casa. Muchas veces se convierten en tiranos, en el centro del mundo, no aceptan un no.

-¿La escuela primaria debería incorporar aspectos del Nivel Inicial?
-Han habido cambios. Ya no hay un quiebre tan profundo como antes entre un nivel y el otro, se ha generado una buena continuidad, pero hay cosas en las que falta trabajar. Hay cuestiones que tienen que ver con, entre comillas, la disciplina, que afortunadamente han cambiado.

En el jardín se trabaja de otra forma. Nosotros abordamos educación vial, el tema de la basura, el del cuidado del agua, la ecología, todo esto forma como persona y no se lo olvidan. Les digo a los padres que presten atención al ejemplo que les brindan. Los chicos aplican lo aprendido en el aula, pero luego los adultos damos malos ejemplos. Y quizás porque es un ámbito mucho más grande -ya no como la sala del jardín- en la escuela primaria lamentablemente se pierde mucho de esto.

¿Qué mirada tenés sobre la “disciplina”?
-Lo dije entre comillas. En estos tiempos se trabaja con acuerdos de convivencia, ya se desterró el reglamento. Si me lo imponen, cuesta cumplir, en cambio al acuerdo lo vamos a respetar porque fue construido entre todos. Los conflictos se solucionan hablando, desde la empatía, desde la reflexión.

¿Qué pensás de la penitencia en el rincón?
-No enseña para nada. Humilla, marca, rebela. Siempre hay que hablar sobre las situaciones conflictivas. Es cierto que se torna muy difícil trabajar con algunos chicos, porque están muy cuestionadores y desde un mal lugar. Pasa en la casa y me hago cargo también de mi casa, como madre. Pero hay que hablar bastante, poniéndonos en el lugar del otro, en ver qué impacto tuvo en el compañero lo que le dije o lo que le hice.

Adriana fue todos los días al jardín de calle Mendoza desde 1983 hasta concluir marzo de 2018. Sin embargo, hoy no extraña. “Hice todo lo que estaba a mi alcance para que sea lo mejor. Es un jardín público, siempre lo resalto. Está en óptimas condiciones, siempre pintado, arreglado y con todos los elementos necesarios”, dijo orgullosa.

Docente también en el profesorado formando a quienes siguen su camino, consideró que ya cumplió un ciclo como la “seño” de muchos. “Y fue de la mejor manera, porque logré todo lo que me propuse. Siempre digo que no hay imposibles”, expresó. “Siento que ya está”, concluyó Depetris, mamá de tres hijos, maestra de generaciones desde una escuela pública en la que buscó poner la semilla para que se crezca mirando al del lado, con solidaridad y conciencia social.

 

Print Friendly, PDF & Email