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Al otro lado del río

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Al otro lado del río
foto archivo

El “fenómeno” Alem en Villa Nueva

Escribe Víctor Alvez
ESPECIAL PARA EL DIARIO

 

En el futbol hay una fuerte identificación con la divisa, colores que a su vez son representativos de  un lugar, un espacio geográfico donde, en su cotidianidad, la sociedad se interrelaciona y se cohesiona en un club deportivo, un fenómeno cultural de masas donde el Club Leandro N. Alem de Villa Nueva se destaca.

Enrique Pichón Riviere, fundador de la psicología social en Argentina, era un fiel defensor de este juego grupal, ya que establecía su relación con  la sociedad, tomándolo como elemento aglutinador y comunicacional de excelencia… “El fútbol se ha convertido en algo como el carnaval en el que se lanzan a bailar a la calle y, además de contemplar a los artistas, también en el fútbol los espectadores se hacen protagonistas…” (Psicología de la vida cotidiana-1966/67).

Así mismo no nos olvidemos de Eduardo Galeano, escritor uruguayo que acuñó frases muy conocidas, como: “Uno puede cambiar de mujer, de religión y de partido político, pero nunca de un equipo de fútbol…” y también sentenciaba que “el fútbol es la única religión que no tiene ateos…” .

 

Carnaval y “puchimbol”.

Villa Nueva (al otro lado del rio) define su identidad en dos hechos de mucha visibilidad; uno, a través de sus populosos carnavales y otro por Alem, el club de sus amores. Cuando enero  está cerca y se comienza a retirar, las batucadas copan la avenida  Carranza para que los jóvenes y mayores devuelvan su trabajo anual al Rey Momo, viviendo cuatro días locos; ¿podríamos imaginar a una chica de nuestra ciudad contornear su cadera con “el pupo al aire” y un sostén con lentejuelas?, sería “un quemo”, pero al otro lado del río, las cosas son más arraigadas, más simples, con menos prejuicios. Allí, los sectores barriales y populosos hacen su catarsis anual sobre el asfalto caliente.

Bien podríamos decir que Villa Nueva tiene otro club de futbol como Asociación Española, pero es un apéndice de Villa María que solo comparte la vera del Ctalamuchita unido por el puente colgante Néstor Kirchner, como lo hace el Puente Negro, aunque el único puente de Villa Nueva es el Juan Bautista Alberdi, que desagota justo en el corazón de la ciudad vecina. Cabe destacar que un pueblo como Arroyo Cabral tiene dos clubes antagónicos (que hoy juegan su clásico), pero Villa Nueva refuerza su localismo en el León tricolor. Podríamos vislumbrar que en este lado del río (por Villa María) cierta mezquindad se observa al haber muchos clubes deportivos, singularidades de una ciudad, donde la identidad es difusa. Solo podemos resaltar el festival de peñas, un río compartido pero menos cosas que nos unan en un objetivo común.

 

A la hora señalada

Esta tarde a las 19 los feligreses de Alem triplicarán la cantidad de público que se llegó masivamente el domingo pasado a General Cabrera, cruzaran el puente Alberdi para reeditar aquel 17 de octubre y lavarse “las patas” en la plaza de la vida; la liturgia ricotera convocará a los bombos, las cornetas y los papelitos en el cielo; las  motos con banderas en el aire se convertirán en cometas; otros pararán en la Gruta para rezar un padre nuestro y pedirles a la virgencita por varios orgasmos, (Galeano decía que el gol es el orgasmo del futbol). Los creyentes ya hicieron bendecir nuevamente sus rosarios en la misa de la mañana, “por las dudas”. El León comenzará a rugir  cuando caiga la tarde, a la hora señalada, en la que, como decía Dante Zabatarelli, comenzará “la dinámica de lo impensado”, donde el buen juego, la suerte y el azar  tendrán que rodar los noventa minutos (y esperemos que no haya penales). Ya de noche se disiparán las cábalas y llegará el momento del epílogo, para decir: “Felices Pascuas, la casa está en orden”, llorar si queda alguna lágrima, abrazarse con la vieja y esbozar: “¡ganamos …ganamos!”, tomarse un gran fernet con amigos (con poco hielo para no profundizar la afonía de la tarde), y la Placita irá apagando sus luces. Salga como salga el partido, se seguirá escuchando el eco de una sola canción: “Dale Alem, dale Alem, dale Alem…”. Mientras tanto, volverán cabizbajos o con la cabeza en alto, otros desembarcarán en sus hogares un 2 de abril a la madrugada, allá… al otro lado del río. Donde vive el carnaval, el futbol y el sentido de pertenencia.

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