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Cambiar la escuela con creatividad

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Cambiar la escuela con creatividad
“No nos olvidemos que la escuela tradicional responde a sólo tres de las siete inteligencias múltiples que tiene el ser humano, entonces hay que trabajar en una cuestión muy prolija”, dijo el creativo (parado, a la derecha)
“No nos olvidemos que la escuela tradicional responde a sólo tres de las siete inteligencias múltiples que tiene el ser humano, entonces hay que trabajar en una cuestión muy prolija”, dijo el creativo (parado, a la derecha)
“No nos olvidemos que la escuela tradicional responde a sólo tres de las siete inteligencias múltiples que tiene el ser humano, entonces hay que trabajar en una cuestión muy prolija”, dijo el creativo (parado, a la derecha)

“Muchas veces la igualdad mal entendida implica que intentamos igualar a todos y no revalorizamos y potenciamos la individualidad”, advirtió ayer el profesor de creatividad y pensamiento creativo, Augusto Manzano, a EL DIARIO.

“No nos olvidemos que la escuela tradicional responde a sólo tres de las siete inteligencias múltiples que tiene el ser humano, entonces hay que trabajar en una cuestión muy prolija. Nos urge transformarnos en seres humanos antes que en profesionales, entonces empecemos a contemplar la humanidad en todas las profesiones”, expresó el creativo y publicitario, quien el sábado pasado disertó en las Jornadas para la Transformación Docente que se realizaron en Villa María.

Ayer, Manzano instó a contemplar la humanidad en todos los oficios y a que “nos llamemos primero por nuestros nombres y no por nuestras profesiones”.

“Ser creativo no es más que ponerse en los zapatos del otro, tener actitud creativa no es más que un acto empático y ser humano es reconocer que muchas veces el otro ni siquiera tiene zapatos”, remarcó.

Manzano comenzó hace dos años a brindar charlas de creatividad en las escuelas, experiencia que se propagó por numerosas instituciones y así llegó a ser uno de los dos representantes de Argentina en el Congreso Internacional de Educación. Con estos antecedentes fue invitado a esta ciudad, en la que residió gran parte de su vida (actualmente vive en San Antonio de Arredondo).

En diálogo con este matutino durante la víspera, ilustró con ejemplos cómo una salida creativa logró mejorar o revertir situaciones.

Así, recordó cuando en una ocasión la portera de una institución le mostró el estado de los baños. Los chicos orinaban en el tacho y ensuciaban las paredes, “porque no quieren a la escuela”, según la visión de la trabajadora.

“En otra escuela me tocó lo mismo, entonces hice comprar pintura y aerosoles y se los dimos a los chicos para que pinten con ganas, por lo que el baño se transformó en una obra de arte viviente, todo graffiteado. Lo que generó a nivel psicológico es que se apropiaran del espacio, de las paredes, como sucede cuando un adolescente pone posters en su cuarto. Esto disminuyó los niveles de agresión o destrucción respecto a la escuela”, graficó.

Con esta situación también revalorizó la figura de la portera, “necesaria no sólo por una cuestión de limpieza o higiene, sino por el conocimiento del funcionamiento de la escuela y la figura de quien te hacía el té cuando estabas mal”.

Otro caso que citó fue el de un colegio del interior de La Rioja, en donde la directora le contó que debió remplazar las inmensas puertas porque “salían como animales al recreo y se rompían los vidrios”.

En este caso, Manzano le preguntó si no habían considerado el dejar de tocar el timbre para la salida al recreo.

“Podemos generar otros tipos de espacios áulicos más interesantes, se trata también del entendimiento del aula, el pupitre rallado habla de la falta de apropiación del mismo, entonces está bueno generar que el chico se apropie de su pupitre y a fin de año se lo dé a otro de sus compañeros. O en vez de pedir una cartuchera con 24 colores a cada uno, pedir a un grupo cartucheras, a otro que traigan las hojas, que los lápices sean comunes y se puedan guardar”, apuntó.

Otro caso que abordó fue el de una escuela de fútbol de la cual lo llamaron “porque no ganaban nada”. “Descubro que había una problemática en la competencia y se daban niveles de violencia porque uno no le pasaba la pelota al otro”, indicó.

El abordaje derivó en la inclusión de yoga y danza africana, “que tiene lógica circular, donde somos tribus”.

Aseguró que “se bajó el 40% del nivel de agresividad entre ellos generando una lógica de tribus y de reconocimiento de pares y esa tribu empezó a ganar todo por sentirse par”.

Llevó esta situación a la problemática del bullying, “la que desaparecía cuando lograban entender que en vez de ser un nabo aquel que era muy estudioso, lo reconocían como la figura de la inteligencia dentro de la tribu y el indefenso era a quien había que defender en esa tribu”.

“Cada caso tiene un brazo social para la reflexión. Esto es un cambio de paradigma que requerirá de mucho compromiso”, estimó Manzano e invitó a reflexionar en la importancia de que haya vida después del trabajo, “que las horas de trabajo sean menos, que debatamos que haya menos trabajo para que la persona llegue a su casa y tenga tiempo de estar con la familia”.

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