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Confesión, condena de tres años e inminente libertad para un ladrón

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Confesión, condena de tres años e inminente libertad para un ladrón
Matías concurrió al juicio luciendo un buzo con escudos de la Roma, el conocido club italiano de fútbol, en cuyas mangas tenía bordados sendos apliques con la palabra “Italia” y los colores de la bandera de aquel país

En marzo de 2015 y bajo los efectos de las drogas, Matías Rodríguez perpetró tres robos y dejó pistas indelebles que permitieron su detención el 26 de ese mes. Cometió los tres hechos con una misma campera y utilizando su propia moto. Saldrá hoy o el lunes

Matías concurrió al juicio luciendo un buzo con escudos de la Roma, el conocido club italiano de fútbol, en cuyas mangas tenía bordados sendos apliques con la palabra “Italia” y los colores de la bandera de aquel país
Matías concurrió al juicio luciendo un buzo con escudos de la Roma, el conocido club italiano de fútbol, en cuyas mangas tenía bordados sendos apliques con la palabra “Italia” y los colores de la bandera de aquel país

Acorralado por las contundentes pruebas en su contra, un joven villamariense confesó ayer haber asaltado dos heladerías y una panadería de Villa María y fue condenado a tres años de prisión efectiva, aunque por el tiempo que lleva detenido y su buen comportamiento en la cárcel quedó a un paso de obtener la “libertad condicional”.

Se trata de Matías Ezequiel Rodríguez, de 24 años (24 de marzo de 1992), quien en el marco de un juicio de trámite abreviado fue declarado autor responsable de tres hechos de “robo calificado por el uso de un arma de fuego cuya operatividad no se pudo acreditar” y se le impuso el mínimo de la pena que prevé la legislación vigente.

En efecto, el último párrafo del artículo 166 de Código Penal de la Nación precisa que “si se cometiere el robo con un arma de fuego cuya aptitud para el disparo no pudiera tenerse de ningún modo por acreditada, o con un arma de utilería, la pena será de tres a 10 años de prisión”.

Como Rodríguez es un convicto primario, logró que la sanción fuera la más benigna y, por esa misma razón, quedó en situación de ser liberado en las próximas horas. Sus abogados defensores, Eduardo Rodríguez (sin relación de parentesco con el condenado) y Rodrigo Hayas ya hicieron las gestiones para que durante la jornada de hoy o, a más tardar, el lunes venidero, se le otorgue la “condicional”, que se concretará ni bien llegue a la Cámara del Crimen el informe disciplinario emitido por la cárcel local. Y en ese aspecto, Matías tiene conducta “10 ejemplar”, lo que facilitará su excarcelación.

Habla el fiscal Francisco Márquez ante la atenta mirada de los abogados Rodrigo Hayas y Eduardo Rodríguez y del joven que luego fue condenado. Estará recuperando la libertad hoy o el próximo lunes
Habla el fiscal Francisco Márquez ante la atenta mirada de los abogados Rodrigo Hayas y Eduardo Rodríguez y del joven que luego fue condenado. Estará recuperando la libertad hoy o el próximo lunes

 

No muy lúcido

Por el contrario, este joven ladrón no fue muy aplicado a la hora de planificar y ejecutar sus robos. Si bien cometió los tres hechos “envalentonado” por haber consumido estupefacientes, lo hizo dejando huellas indelebles que posibilitaron su rápida identificación y detención.

En los tres asaltos (el primero a la heladería Grido de bulevar Sarmiento, el segundo a una panadería ubicada sobre la misma arteria y el tercero a la sucursal Grido de bulevar Alvear y Tucumán, a la vuelta de EL DIARIO, de los que se llevó alrededor de 2.000 pesos en total), Matías utilizó el mismo “modus operandi”, pero con algunos “detalles” que lo dejaron muy al descubierto.

Ingresó a los tres comercios portando un arma de fuego y con el casco puesto en la cabeza para cubrir su rostro, pero en todos los casos luciendo una campera blanca que tenía inscripta la palabra “Italia” en el pecho y en la espalda, con letras más que visibles.

Para colmo, en los tres robos utilizó su propia motocicleta, una Motomel de color negro, cuya patente (264 HDP) fue divisada por las víctimas de los hechos. Y todos asociaron las letras de la chapa con las iniciales de un característico insulto.

Con el dato preciso del dominio del rodado, la Policía inició una investigación que dio rápidos frutos y el 26 de marzo de 2015 (ayer se cumplieron exactamente 14 meses) llegó hasta la casa de Rodríguez, ubicada en Brandsen 530, en barrio San Martín, y al allanarla encontró la Motomel con la patente en cuestión y la “delatora” campera blanca que Matías usó en los tres asaltos.

No hallaron el arma, pero pocos días después y de manera voluntaria y espontánea, el papá del joven llevó a la sede policial un revólver que encontró en su casa. De todos modos, no se pudo probar legalmente que se haya tratado del arma empleada en los asaltos, por lo que al fiscal de Cámara, Francisco Márquez, no le quedó otra alternativa que pedir una condena acorde de lo descripto en aquel último párrafo del artículo 166 del Código Penal. Y los codefensores adhirieron al requerimiento del acusador público.

Finalmente, la jueza Silvia Saslavsky de Camandone impuso la sanción acordada por las partes, que le permitirá a Rodríguez recuperar la libertad en cuestión de horas.

Y un dato más: durante el juicio, Matías dijo que antes de delinquir estuvo haciendo un tratamiento para tratar de superar su problema de adicción a las drogas, pero que lo abandonó por propia decisión. Ahora parece estar dispuesto a retomarlo, quizás porque intuye que una otra recaída lo llevará otra vez por el camino del delito y, posiblemente, a una nueva y mucho más severa condena.

 

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