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Contemplando estrellas y cordillera

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Contemplando estrellas y cordillera

Al sur de la provincia cuyana, entre las bellísimas y áridas postales que suelta la cadena montañosa de Ansilta, el espacio protegido encanta. Observación de los cielos en los dos centros astronómicos del lugar, caminatas y carrovelismo

Escribe: Pepo Garay 

Caminatas felices entre álamos, jarrillas y vistas a la cordillera. Espacios para observar las estrellas como en ningún otro punto de la Argentina. Una llanura inconcebible rodeada de cerros áridos y multitono y donde el carrovelismo es rey. Esos son algunos de los atractivos que ofrece el Parque Nacional El Leoncito, baluarte que respira Andes en el sur de San Juan.

El espacio protegido cuenta con 90 hectáreas de extensión y está ubicado 30 kilómetros al sur de Barreal, hermoso pueblo y centro de servicios más cercano (unos 840 kilómetros al oeste de Villa María). Zona privilegiada sin dudas, donde la protagonista principal se llama cordillera de Ansilta, emblema de cumbres nevadas que va preñando de emociones toda la ruta nacional 149.

 

La Pampa del Leoncito, de entrada

Lo primero que destaca del lugar es la denominada Pampa del Leoncito. Una llanura de suelo terroso y resquebrajado (una poesía) que se extiende impoluta por varios cientos de metros. Virtual lago seco, pulido, fabulosamente embellecido por las montañas.

Allí, el viajero puede disfrutar del carrovelismo: coches mono o biplazas con velas (al mejor estilo de los barcos sin motor) que se alimentan de los fuertes vientos de la región para andar a toda velocidad (las contrataciones se realizan en Barreal).

La citada Pampa habita a la vera de la misma ruta 149, en la cara oeste. En la este surge otro camino asfaltado que en un puñado de kilómetros y en subida recta conecta con el corazón del Parque, creado en el año 2002 con el objetivo de conservar una muestra importante y representativa de la precordillera cuyana, lo que incluye sitios paleontológicos y arqueológicos e íconos de la fauna sanjuanina como el guanaco y el suri.

El sector está compuesto por unas pocas construcciones que brindan los servicios básicos. Sobresale el casco de estancia histórico, el camping agreste con mesas para el picnic y fogones y la oficina de información, atendida por los guardaparques. El paisaje es bien del centro oeste argentino, con álamos en fila moderando el intenso sol (constante durante todo el año) y quebradas de marrón desteñido acariciando los costados.

 

Observatorios, para el final

Entre las caminatas dispuestas figuran la que lleva a la cascada El Rincón, el sendero Paisajes de Agua (ambas de baja dificultad, corta extensión y pensadas para personas de todas las edades) y la que conecta con la cima del cerro El Leoncito (unas cuatro horas de duración, dificultad media).  

Para el final queda una de las actividades que junto con los asuntos del carrovelismo les han otorgado al Parque fama mundial. Se trata del dueto de complejos astronómicos, que ofrecen al visitante la posibilidad de deleitar los sentidos con la danza del cosmos, contemplando estrellas y fenómenos impensados. Todo, de la mano de expertos en la materia. Las observaciones se realizan en el Complejo Astronómico El Leoncito (Casleo) y en el CESCO.

Si bien es una experiencia que puede disfrutarse tanto de día como de noche, se recomienda ir por esta última opción. Como para coronar la jornada en modo estelar.

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