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“Cuando estoy en la cancha me olvido de todo el mundo”

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“Cuando estoy en la cancha me olvido de todo el mundo”
El gran Donaldo forma parte del diario paisaje del Villa María Golf Club

Escribe Héctor Cavagliato

El gran Donaldo forma parte del diario paisaje del Villa María Golf Club
El gran Donaldo forma parte del diario paisaje del Villa María Golf Club

Cuando orillaba los 45 años Donaldo Beletti era un bochófilo que estaba muy lejos de imaginar que un día dejaría las lisas y rayadas por una pelota blanca mucho más pequeña y más difícil de pegarle que una chanta cuatro.

«Es que varios amigos, entre ellos Héctor Oberti, me invitaron a integrar la legión de golfistas».

Así comienza esta historia que es parte de la vida misma del golf.

¿Qué balance se puede hacer a esta altura?

«Que a mis 92 años no me arrepiento de aquella decisión y le debo al golf gran parte de la salud y de mi mejor calidad de vida.

Logré la mejor cosecha, que es la de ganar innumerables amigos (como recordando el eslogan de la extinguida actividad semillera y agropecuaria: ‘siempre sembrando amigos’)».

¿Qué se siente jugar al golf?

«Cuando estoy en la cancha me olvido de todo el mundo exterior, disfruto de la naturaleza, del aire puro, de los pájaros, del sol, el desafío de golpe a golpe. Si hasta me parece que cuando me propongo a ejecutar un tiro siento la ayuda y la mano de Dios. Sé de mis límites y juego acorde con mis aptitudes».

Todo lo dice al tiempo que se emociona hasta las lágrimas.

Es casi imposible que en la semana -siempre que el clima lo permita- no vaya a dar una vueltita o se prenda en algún mano a mano con el que sea. De última, juega un solitario, le juega a la cancha.

¿Cuáles son las principales virtudes que tiene que tener un golfista?

«La concentración, la perseverancia y, sobre todo, la humildad, porque siempre hay una gran adversaria al acecho que es la propia cancha».

¿Un consejo para los padres de los chicos que empiezan a practicar?

«Que los acompañen, los alienten más que nada en la formación de un ser humano solidario y sea un buen compañero. Que no los apresuren para que ganen torneos. Ya tendrán tiempo».

¿A qué golfistas admira?

«Por su trayectoria y corrección como jugador, 12 veces campeón del club y leal caballero, a «Beto» Debiaggi; a Marcelo Raspo por sus condiciones de golfista más completo de hoy y gran persona. Y el gran Roberto De Vicenzo, 50 días mayor que yo, al que todos los meses de junio lo saludo en su cumpleaños».

¿Una anécdota?

«Hace como 20 años jugué un Torneo de las Bolsas, eran dos días. Mi convicción era que iba a ganar el «approach». El primer día dejé la pelota a 40 centímetros, pero olvidé firmar la tarjeta y quedé descalificado. Volví a pagar la inscripción del domingo, seguro de ganar el concurso, y ¡zácate!, casi hago hoyo en uno. La pelota quedó en la boca del hoyo y cumplí mi sueño».

¿Otra anécdota?

«Viajábamos a Córdoba por la autopista en mi auto, que manejaba Arturo Moroni, a jugar un torneo de Seniors al Jockey junto a Waldemar Tántera y el autor de esta nota. Cerca de Oncativo se nos cruzó una piara como de 200 chanchos y, como no se alcanzó a frenar, les pasamos con el auto por encima y matamos cinco lechones. Por suerte no nos hicimos nada y tampoco el auto, pero lo que siento es que no pudimos traer ninguno…».

Termina la entrevista y le queda un «chivo» muy valorable: “Este año se cumplen 20 años de patrocinar el Torneo ‘Donaldo’, ahora con premio Challenger. Mi vitrina se enriquece con el premio que gané el 3 de octubre de 2009. Tiene un gran valor como esta amistad con el entrevistado de hoy.

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