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El apoyo patronal local

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El apoyo patronal local

­­­Apenas iniciado el Gobierno en 1976, el golpe de Estado se adivinaba en el horizonte del país. El Gobierno nacional que, por primera vez era ejercido por una mujer, María Estela Martínez de Perón, acusaba diversas debilidades. Desde algunos sectores de la sociedad se intentaba alejar el fantasma del golpe, pero otros trabajaban arduamente para favorecer la concreción del mismo

Chirino MIlitares Feb 76

Escribe: Jesús Chirino (NOTA Nº 439)

Tiempos antes, en agosto del ´75, el sector ultraliberal del empresariado nacional junto a sectores del agro constituyeron la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias (APEGE). El Consejo Empresario Argentino y la Sociedad Rural, integrantes de la nueva organización, tenían en la figura de José Alfredo Martínez de Hoz un referente central. Luego sería ministro de economía durante la dictadura. En febrero de 1976 APEGE organizó un paro patronal que se enmarcó en una estrategia tendiente a favorecer la concreción del golpe de Estado.

Empresarios y trabajadores

En Villa María, los sectores afines, apoyaron la realización del paro patronal. Así tenemos que el 5 de febrero tuvo lugar una reunión en San Juan 1369, sede del Centro Comercial e Industrial Regional, donde el empresariado local resolvió adherir al lock-out previsto para el lunes 16 del mismo mes. Primo Beletti, presidente de la institución anfitriona, lideró el encuentro donde se decidió la participación en la medida en contra del Gobierno nacional justificando dicho posicionamiento en la situación de la pequeña y mediana empresa ante la inestabilidad económica.

Pero no todos en la ciudad estaban de acuerdo en participar en la preparación del golpe, así organizaciones de trabajadores se opusieron a la medida decidida por la patronal. El 10 de febrero, Miguel Olaviaga y Eduardo Belloccio, que lideraban el Centro de Empleados de Comercio, firmaron un comunicado criticando la posición del empresariado local en adhesión al lock-out decidido por sus pares a nivel nacional. Los dirigentes gremiales advertían que “la clase trabajadora y los pequeños empresarios y productores, únicas víctimas de la actual aguda crisis económica por la que atraviesa el país, no deben llamarse a engaños con este cese de actividad que ha sido resuelto por los sectores representativos del gran capital vinculados a la política del imperialismo explotador y de los monopolios en franca actitud golpista”.

El día siguiente a la comunicación de los empleados de comercio, la delegación regional de la Confederación General del Trabajo (CGT) emitió un documento firmado por su delegado regional Miguel Angel López junto a José Foresto, secretario de Organización y Prensa. En su comunicado la CGT señaló que la medida de los patrones favorecía el golpe de Estado. Al día siguiente el diario “Noticias” publicó la posición de la CGT y también la de los empresarios que realizaban una importante campaña de adhesión al lock-out distribuyendo, en diferentes puntos de la ciudad, un comunicado en el cual puntualizaban sus motivos para ir al paro patronal. En ese escrito los empresarios dejaron plasmada su ideología liberal. Entre otras cuestiones manifestaron que la “empresa privada” es “fuente insustituible de trabajo, producción y riqueza”. En relación a las “Fuerzas Armadas y de Seguridad” textualmente sostuvieron que “se desangran combatiendo contra la subversión apátrida, sin contar con una sincera y efectiva colaboración de los poderes públicos”. Por otra parte consideraban que el país se encontraba sumergido en un proceso “que conduce inexorablemente a la disgregación y el caos”. Todo esto, decían los empresarios, el lunes 16 de febrero sería un “día de protesta nacional” y respaldaban la posición de la APEGE que culpaba a la Confederación General Económica (CGE) de corresponsabilidad en la “grave situación” que estaba “el país en todos los órdenes, pero fundamentalmente en el económico”.

El día 13, la prensa escrita dio a conocer otra posición crítica firmada por Oscar Mengarelli y Omar Zapata, hombres de la conducción de la Asociación de Trabajadores del Estado -ATE-. El gremio de los estatales repudiaba la actitud de los empresarios denunciando lo que entendían como un “ataque certero contra los requerimientos de los trabajadores” que, junto a otros elementos, dejaba “en evidencia” la “franca actitud golpista” de los empresarios. Para Mengarelli y Zapata quedaba claro que ese era “el objetivo fundamental” del paro patronal.

Por su parte los mercantiles, desde el sindicato conducido por Olaviaga, convocaron a repudiar la medida a la vez que desarrollaron una campaña de oposición al paro. El miércoles 11 realizaron un plenario gremial para analizar la situación nacional resolviendo la “quita de colaboración con las empresas y denegación de cualquier pedido de horas extras” a partir del día jueves. También realizaron un amplio llamado dirigido a sectores gremiales, políticos y a “todos los sectores positivos de la población” para que se expresaran en contra del paro golpista. Por otra parte convocaron a una asamblea extraordinaria de los trabajadores mercantiles en la sede de su gremio a fin de debatir acerca de la situación, para el mismo día del paro a las siete de la mañana.

En honor de la verdad histórica es fundamental tener en claro que en la ciudad existieron sectores que se opusieron a esas acciones que preparaban el terreno para el golpe de Estado. Pero, desgraciadamente, también estuvieron quienes hicieron todo lo posible para allanar el camino al golpe. Fue así que en aquella oportunidad triunfó la posición de la patronal y el 17 de febrero el diario local “Noticias” informó: “fue masivo el paro de los empresarios locales”.

Lunes para un golpe

El día del paro, a las siete de la mañana, los trabajadores mercantiles se reunieron en la asamblea programada resolviendo solicitar al Ministerio de Trabajo que declarara ilegal la medida de la patronal. Desde la oficina estatal, en una posición legalista no daba curso al pedido por tratarse de un problema de orden nacional.

Pero el paro no fue total, tantos los bancos como las oficinas públicas funcionaron con normalidad, también lo hizo el servicio urbano de colectivos. En el centro de la ciudad algunos bares y confiterías abrieron sus puertas durante la mañana. No pocos vecinos, quizás indiferentes a lo que sucedía, hicieron más pasable la calurosa jornada concurriendo a la costa del río que estuvo poblada como en los días feriados. En el ocaso del día, los dirigentes empresariales locales señalaron que el paro había resultado

exitoso. Quizás no tenían conciencia cuánto habían contribuido al éxito del próximo golpe de Estado que sería la puerta a la noche más larga y terrible de la historia argentina que llevaría a la destrucción de la industria nacional.

Las organizaciones de los trabajadores, de manera clara, plantearon el peligro sin que se los escuchara.

En éste como en tantos otros acontecimientos de la historia local podemos visualizar que existieron sectores con posiciones muy diferentes ante el golpe y la propia dictadura desaparecedora de las personas.

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