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El documentalista Mario Grasso en Villa María

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El documentalista Mario Grasso en Villa María
Mario Grasso en una captura de video de su programa "La Aventura del Hombre"

Si existe un nombre que no podrá ser obviado al momento de escribir la historia de la producción audiovisual en esta región del país es el de Mario Grasso

Mario GrassoEscribe Jesús Chirino

Hombre nacido en la localidad de Pozo del Molle en el año 1938. Cursó estudios de cine en la Universidad del Litoral, llegó al gran reconocimiento público por su participación en el recordado ciclo documental “La aventura del hombre” emitido con gran éxito por canal 13 de Buenos Aires, entonces en manos del Estado, durante 19 temporadas desde principio de los años 80.

Pero no fue éste el único ciclo exitoso que Grasso desarrolló en su prolongada carrera de documentalista y conductor televisivo, incluso llegó a ser programador del canal Infinito y conductor de ciclos televisivos como “Cine Club Infantil” y “Linterna Mágica”. La orientación de todo el prestigioso camino que recorrió en su carrera estuvo prefigurada en las actividades que desarrolló en Villa María.

 

Desde el jardín de la señorita Edith Vera

La inclinación al documental le surgió a partir de tener contacto, a principio de los años 60, con el que reconocería como su maestro, el realizador y docente santafesino Fernando Birri, denominado el padre del nuevo cine latinoamericano. El mismo que fundara el Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral y realizara aquel recordado documental Tire Dié sobre los niños pobres santafesinos. También fundador de la reconocida Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños de Cuba.

Grasso llegó a Villa María cuando mediaban los años 60. Se incorporó a trabajar en las dependencias de la Biblioteca Bernardino Rivadavia, en el Jardín de Infantes que dirigía esa gran mujer de las letras que fue Edith Vera, le enseñó a los niños la técnica del “filme sin cámara”, haciéndoles diseñar sobre el celuloide.

Por entonces Grasso difundía el documental canadiense y hacía que los niños pintaran sobre viejas radiografías para contar historias pasándolas como diapositivas. Es decir experimentaban de forma parecida al animador y director de cine Norman MacLaren, realizador británico nacionalizado canadiense que inventó muchas técnicas de animación que aún son utilizadas.

En el Jardín del Rivadavia, Grasso proyectaba los dibujos realizados por los niños en las radiografías superponiéndoles una banda sonora que contenía las voces de los mismos pequeños.

Sobre su desempeño docente, la socióloga Encarnación Sobrino, que fue compañera de trabajo del documentalista supo escribir “fue un joven creador y un educador popular en el más amplio sentido de la palabra; es decir, aquel que supo dar lo que poseía con la máxima generosidad: características que no siempre poseen los creadores, los artistas y aun muchos docentes”.

 

Mario Grasso en una captura de video de su programa “La aventura del hombre”
Mario Grasso en una captura de video de su programa «La Aventura del Hombre»

En el Departamento fundado por Encarnación Sobrino

Pero Grasso no sólo trabajó con los alumnos de la señorita Edith Vera, también fue docente del Departamento de Integración Cultural de la Escuela Víctor Mercante e Instituto Secundario Bernardino Rivadavia.

Allí desarrolló una actividad denominada “Iniciación Cinematográfica”, mediante la cual se pretendía desarrollar la capacidad crítica de los adolescentes, llevándolos a analizar el lenguaje cinematográfico en sus diferentes facetas. Pero no se quedaban en el estudio de la imagen, sino que construían las propias. Para esto trabajaban fuera del ámbito escolar.

Acerca de esta actividad, la citada Encarnación Sobrino señaló que “los alumnos salían a buscar el rostro de la ciudad, iban a redescubrirla, a advertir los contrastes para luego mostrarla en sus distintos momentos a través de un trabajo foto-documental en donde la fotografía y la palabra les permitiera aproximarse a la realidad villamariense”.

De aquellos jóvenes de entre 12 y 15 años de edad, que participaban en esas actividades, salieron quienes formaron parte del equipo técnico que trabajaría en la televisión local.

En un artículo escrito para la prensa local, Sobrino recordó algunos de los nombres de esos jóvenes entre los cuales se encontraban César Camusso, Eduardo Clos, Juan Nizetich, Norberto Aichino, Raúl Subtil, Manuel Agulleiro, Jorge Márquez, Eduardo Yaglián, Héctor Martínez, Omar Vispo y Roberto Castillo. Por parte de los docentes trabajaron Aracilde Sobral, Cristina Faravelli, Esmilda Raspo, Edith Vera, Dante Rivera y la propia Encarnación Sobrino que era la directora fundadora del Departamento de Integración Cultural. Todos desarrollaban programas de Televisión Educativa en el entonces flamante Canal 2 de Villa María que se emitía por cable a los hogares villamarienses. Se trataba de programas de media hora de duración con una frecuencia de dos veces por semana. La emisión se realizaba en vivo, llegando a una cantidad cercana a los 150 programas que pudieron ser vistos durante los años 1964, 1965 y parte de 1966. Todos los miércoles y sábados los villamarienses podían ver la emisión “gracias a la dinámica que impulsaba Mario, al amor a las imágenes que transmitía, a la generosidad de los conocimientos que compartía”, recordó Sobrino. La misma educadora escribió que “a veces, Mario dejaba los monitores y pasaba a estudio para animar a un grupo de niños y hacerles comentar una película de Chaplin, o el filme francés El Globo Rojo. Otras, hacía hablar a los niños sobre un momento de la historia de la aviación en un ciclo titulado Las estrellas no están lejos…”.

Aquellas emisiones televisivas locales contaban con diferentes ciclos, quizás el más sencillo de producir era el relacionado con el Plan Nacional de Desarrollo que contaba con mesas redondas con políticos, incluso con candidatos presidenciales y expresidentes de la Nación que visitaron la ciudad.

Encarnación Sobrino recordaba que en la escasez de medios que tenían, incluso sin contar con adelantos técnicos que recién vendrían años después, Grasso siempre les transmitía que “la televisión, así como el cine, son fundamentalmente lenguaje de imágenes y no simplemente exposición oral sobre diferentes temas”. Trabajar orientados por esa idea hacía que el equipo de alumnos y docentes debiera trabajar arduamente para lograr cada emisión en vivo y directo.

Puede trazarse un hilo conductor entre las actividades que Grasso desarrolló en Villa María y lo que posteriormente desarrolló en su carrera. Desde la inclinación por el documental, la sensibilidad social con la cual encaró el género y la experimentación, devenida de las influencia de Birri y MacLaren, fueron puestas en juego en el Jardín de Infantes y en las actividades del Departamento de Integración Cultural. En el programa televisivo local mantuvo la misma orientación y volvió a echar mano, como en el jardín, de las técnicas de animación, por ejemplo, las gráficas.

Todo eso estuvo presente en ciclos nacionales en los que fue parte fundamental como “La aventura del hombre”, “Planeta Tierra”, “Cine Club Infantil” y “Linterna mágica”.

En 1999, Mario falleció en la ciudad de La Plata. En Villa María lo seguimos recordando.

 

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