El Negro

0
El Negro

La historia de “El Negro” nos enseña que siempre se puede hacer algo más. 

“El Negro” vivía en la plaza San Martín, frente a la Catedral.

Se rumoreaba entre los demás perros, que iban con sus dueños, que era el más guardián de todos. Un poco arisco a veces y que su porte transmitía respeto.  

Raúl, era el amigo que allí lo alimentaba y con una palmada en el lomo lo reafirmaba: “Negrito lindo”, le decía.

Pero un día despertó diferente. No tenía control de sus movimientos, solo quería estar echado.

Tenía moquillo, escuchó decir a un veterinario de lejos. La debilidad lo atrapó por completo y dejó tiesas sus patas.

Estaba preso en su propio cuerpo. Sentía pesados los ojos y la cabeza le latía una y otra vez. Estaba triste y cansado… pensó en morir…

Un día, de reojo y entre sueños, escuchó murmullos. 

Había gente preocupada por él… Ago Brión, Juli Costabella, Silvana Deheza y Katy Maidana, se habían decidido a salvarlo. 

Este perrito fue encontrado por la proteccionista Ago. Cuando lo encontró, lo asistió y se hizo cargo de él hasta que aparecieron otras compañeras que se unieron y formaron un equipo. Todas empezaron a ayudar a Ago pero terminaron enamorándose del can. 

Juntas crearon un grupo que llamaron “Por El Negro” y allí como buena patrulla iban pasando sus estados en cada turno en los que se habían dividido para curarlo.

Le daban agua en jeringa y lo obligaban a comer. También a dormir, y para eso le daban un conejo de peluche, que le gustaba mucho.  

Fueron meses de atención rigurosa, paciencia y mucha incertidumbre. Pero a ellas ningún diagnóstico les hizo bajar los brazos. Ahora “El Negro” comprende que estaban tan asustadas como él. 

Festejaban el poquito avance que iba teniendo. Como recompensa, le llevaron a sus “lelos”. Raúl, su amigo de la plaza, que, junto con su mujer Laura, le alegraban los días. El perrito no podía más de tanta felicidad.

Su patrulla fue el pilar que lo sostuvo todo el tiempo que duró el tratamiento. Aprendió a quererlas y a devolverles con aullidos las ganas que tenía de recuperarme. 

Ya nada podía detenerse.  ¡Hasta le regalaron su propio retrato pintado!

El amor que le tienen logró vencer su enfermedad. Luego de varios meses, logró despertar de su letargo y fue ahí cuando comenzó a comer y tomar agua solo, a mover su cuerpo y sus patitas. 

Cuando comenzó a demandar atención y cariño, las chicas se dieron cuenta que se iba a recuperar.  Le habían dado una nueva esperanza. Le habían devuelto la oportunidad de volver a ser. Ahora sueña con saltar, correr, olfatear pasto verde. Ya no siente más miedo, es libre otra vez. 

Hoy está viviendo en un salón de fiestas infantiles, mientras sigue su tratamiento. Tiene un posible adoptante, pero están esperando a que esté rehabilitado del todo para que se lo puedan llevar a una casa. Negro empezó a caminar.  Después de estar un tiempo con un carrito, pudo dar sus primeros pasitos.    

Negro tuvo moquillo nervioso, una enfermedad que muchas veces puede ser mortal. Pero en ocasiones, como esta, con compromiso, amor, perseverancia, se puede ganar la pulseada. Sólo hay que intentarlo. 

Print Friendly, PDF & Email