Durante dos semanas, el destacado director cordobés radicado en Italia supervisó y participó de la propuesta recientemente creada

El destacado pianista Andrés Juncos aceptó la convocatoria de colaborar con la formación del Opera Studio de Villa María no sólo por ser un desafío en su carrera, sino también por considerarlo una deuda pendiente con su provincia natal: Córdoba.

El pianista y director nacido en la capital provincial y criado en La Cumbre, se fue a vivir desde pequeño a Buenos Aires donde encontró en las partituras y en los “dientes blancos y negros” de su instrumento predilecto un refugio necesario ante la jungla de cemento.

Ya recibido y con cierto rodaje en el ámbito lírico, logró aplicar en siete temporadas consecutivas en el Teatro Colón, nada más y nada menos. La caótica crisis de 2001, los encuentra a Andrés y a su esposa (la cantante mendocina Eliana Bayón), por mera casualidad en España, donde deciden establecerse a la espera de un posible reacomodamiento institucional y financiero de la prestigiosa sala porteña. Luego de tocar tangos en restaurantes y escenarios alternativos, se instalan en el circuito español académico. El periplo seguiría por Viena y desembocaría en Bologna, Italia, donde Juncos recibiría, a principios de este año, el llamado de Manuela Reyes, la directora del Opera Studio, a quien conocía desde los años noventa.

“Una experiencia fantástica”

“Este es mi primer contacto profesional con cordobeses –subrayó- y me siento muy a gusto. Además, este tipo de proyectos está bastante de moda en todo el mundo, porque es un paso intermedio para la escena de la ópera propiamente dicha. Ha comenzado a desarrollarse hace un siglo en Alemania, luego se extendió a Europa y se han hecho experiencias similares en lugares como Washington, a cargo de Plácido Domingo, para músicos mexicanos. A nivel internacional, el circuito de la ópera está muy saturado actualmente. No es como antes que esperabas un contrato de un teatro o de una agencia. Entonces, para un estudiante, se ha vuelto un camino muy largo o casi insalvable el paso hacia lo profesional”.

Respecto a su experiencia villamariense, Juncos destacó que “fue fantástica, dado que cada integrante aportó lo que podía a su nivel y a su medida, pero con unas ganas increíbles. Lo bueno es que aquí pude imprimir un poco de exigencia y también de enseñanza, que es lo distintivo de este proyecto”.

Cabe recordar que el músico colaboró en las puestas de “El barbero de la Villa” (adaptación de “El barbero de Sevilla” de Rossini en el Favio) y “El elixir del amor y otros brebajes” (basada en la obra de Donizetti y otras piezas más en el Conservatorio). “Hacer una ópera completa sería el objetivo ideal después de estas primeras etapas”, concluyó.

Por último, advirtió que “a diferencia de años atrás, Argentina está cada vez más lejos de la primera línea de la ópera. Notó que la exigencia por la perfección por parte de los músicos y del público es cada vez más relajada”.