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«Estamos atados a la suerte de Cambiemos»

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«Estamos atados a la suerte de Cambiemos»

Nació en Villa María, el 9 de julio de 1951. Abogado, cuatro hijos, tres nietos. Ocupó diversos cargos de la mano de la Unión Cívica Radical. En 1983 fue concejal y presidente de su bloque, en 1987 pasó a sentarse en una banca en el Senado provincial y en 1991 fue relecto. Cuatro años después fue diputado provincial. Cuando todo parecía que tenía asegurado un pase al Congreso de la Nación, las circunstancias políticas lo llevaron a ser candidato a intendente en 1999, perdiendo las elecciones frente a Eduardo Accastello. A nivel partidario también estuvo en diversos lugares, siendo convencional nacional y miembro del Tribunal de Conducta de la UCR a nivel provincialluis-caronni

Escribe: Nancy Musa
DE NUESTRA REDACCION

Tiene una abultada hoja de vida en las filas del radicalismo. Marcado a fuego por su cuna de familia militante y comprometida con el partido de Alem e Yrigoyen, Luis Caronni fue construyendo con la experiencia de los años un estilo inclinado a “buscar el equilibrio” y a pensar que la unidad y el empuje de la juventud es el único camino para que el radicalismo vuelva a sus fuentes.

Fue parte del Concejo de la recuperación de la democracia y transitó los momentos más “gloriosos” de su partido en el territorio cordobés. Habla en forma pausada, deja su mirada esperanzadora sobre los nuevos tiempos y persigue el sueño de un país sin excluidos.

-La primera pregunta va dirigida al abogado. ¿Qué análisis hace del protagonismo que hoy ha recuperado la Justicia tras años de cierta lentitud en la reacción?

-No puede haber democracia sin el funcionamiento pleno del Poder Judicial. A lo largo del tiempo hemos ido aprendiendo y creo que se va a seguir aprendiendo. Lamentablemente, hasta el momento la Justicia ha reaccionado, por llamarlo de alguna forma, tardíamente y después de que se terminó lo que se investiga. Pasó con el menemismo y también con el kirchnerismo y ha sido reticente a la investigación contemporáneamente cuando se han venido sucediendo los hechos de corrupción.

Esperemos que de ahora en adelante la reacción de la Justicia se dé cuando los hechos sucedan, se haga la investigación que corresponda y que sea un poder independiente que pueda juzgar al poder político y poner límites a este gran flagelo que es la corrupción.

-¿No pudo hacer absolutamente nada la oposición durante tantos años?¿Todo concluye en llevar la denuncia y nada más?

-Creo que tenemos que hacer un juzgamiento completo, todos tenemos que aprender de lo que hemos vivido para que esta lección nos sirva hacia el futuro. Hasta podemos decir que la sociedad también se equivocó sin cargar las tintas a la gente que no tiene responsabilidades. Hay momentos en que la corrupción interesa, pero otros momentos en que si a la gente le va relativamente bien, la deja pasar. Creo que en el caso del radicalismo la gente se acordó en dos oportunidades: cuando hacía falta el Estado de derecho después de la dictadura; y después de la frivolidad, corrupción que se vivió en la última época del menemismo.

-¿Por qué el radicalismo no logró hacer pie a nivel nacional con un gobierno firme y no pudo terminar bien los mandatos?

-Diferencio entre lo de Alfonsín y lo de De la Rúa. Lo de Alfonsín fue adelantar el traspaso del poder por una situación que estaba viviendo el país, gobernó en los momentos más difíciles, rodeado por dictaduras en América Latina. Lo incorrecto fue lo de De la Rúa y lo que pasó debe servir de ejemplo para estos momentos que estamos viviendo, que son bastante similares. Las comparaciones son odiosas, pero debe aprender no solamente el oficialismo, sino también la oposición para hacer una verdadera oposición.

-Usted ha pasado, históricamente, por todos los sucesos de los últimos 40 años. ¿Qué le pasa al radicalismo hoy?

-La gente nos ve como opositores y no nos reconoce en nuestra labor de Ejecutivo. Nosotros debemos convertirnos en una verdadera opción de poder y en los frentes que debemos armar, tanto el radicalismo como el peronismo deben ser las cabezas de esos frentes. Sin ninguna duda.

Con lo de De la Rúa, lo que vino pasando con el kirchnerismo, hubo una serie de cuestiones y no tuvimos los candidatos para cada momento, no los tuvimos en 2003, no los tuvimos en 2007, que terminamos apoyando a un extrapartidario como Lavagna; en 2011 me parece que el error fundamental fue que nos enceguecimos un poco con la figura de Cobos, no queríamos que nos representara y no tuvimos la valentía suficiente para enfrentarlo a Cobos en las PASO. Si el radicalismo en ese momento decide dirimir su cuestión interna con Cobos, Ricardito Alfonsín y con Sanz, con seguridad hubiera sacado un 25% de los votos en esas PASO y el que hubiera sido candidato hubiera superado los 30 puntos oponiéndose a Cristina, que en ese momento tenía toda la fuerza del mundo y no hubiéramos terminado con 10 puntos como terminamos.

Hoy todo está fragmentado. ¿Esta fragmentación de los partidos mayoritarios le hace bien a la democracia? ¿Le hace mal?

-Le hace mal. La democracia debe robustecerse con fuertes partidos políticos. Lo ideal es que deberíamos ir alcanzando un radicalismo fuerte y democrático, un peronismo fuerte y democrático y opción de centro derecha y centro izquierda que también balancee las cuestiones, pero deben estar fortalecido los partidos políticos.

Lo mismo le pasa hoy al justicialismo, que debe encontrar su rumbo, no hay democracia sin partidos políticos fuertes. Tengo la imagen de la Semana Santa de 1987, cuando la democracia sufrió riesgos, al lado de Raúl Alfonsín estuvo el símbolo del peronismo de ese momento, que era Antonio Cafiero.

-Este radicalismo metido en un Gobierno manejado por el PRO, ¿qué opinión le merece?

-El socio mayoritario es el PRO porque la gente lo decidió así. La convención de Gualeguaychú, yo no era más convencional, estuvo con la posición de juntarse con el PRO, se podría haber definido poner el vicepresidente y haber hecho un reparto del poder, pero se hizo dentro de las PASO y mayoritariamente la gente eligió a Macri. Y hoy somos el socio minoritario.

-¿Y cuál es su análisis del Gobierno nacional?

-Es un Gobierno con aciertos y con errores. Acertó en el levantamiento del cepo al dólar, el pago de los hold outs, pero se disparó demasiado la inflación, a lo mejor se puso la atención en quitar las retenciones para el campo o cosas malas, como fue quitarle la retención a la minería, y esto no vino acompañado por una medida concreta para la clase trabajadora, creo que se tendría que haber hecho un decreto donde un porcentaje de aumento de los sueldos a cuenta de las futuras paritarias y estuviese de alguna manera equilibrada la cuestión ante este tema de sinceramiento económico que era inevitable. Así como lo hizo Macri, lo iba a hacer Scioli también o Massa, si hubiesen ganado.

-¿Qué expectativas le genera esta situación que se presenta con un gobierno de alianza?

-Que no vuelva a pasar en Argentina que gobiernos que no sean peronistas no terminen su mandato. Si conseguimos que Macri termine su mandato, que el peronismo aprenda a ser oposición, que el sindicalismo aprenda a usar todas las herramientas que tiene en los momentos en que hay que usarlas, se van a sentar las bases para que la democracia no se vaya más de la Argentina y haya una verdadera alternancia en el poder, porque ya vimos que los gobiernos que están muchos mandatos traen consecuencias malas para el país.

-¿Ve un fortalecimiento de la República en estos ocho meses?

-Hay un fortalecimiento, sobre todo de la democracia, el tema es que nadie tenga mayoría en las cámaras legislativas obliga a la negociación, obliga al diálogo, me parece que desde ese punto de vista se respira otro aire. Macri maneja bien el diálogo político, empezó charlando con todos y va a tener que charlar con sus socios, con sus opositores, y esperemos que también esta minoría que habla de resistencia, que dice que Macri es la dictadura, también se pliegue dentro del sistema democrático y de su partido político.

-Usted mamó el radicalismo siendo bebé, ¿qué recuerdos tiene grabados de la infancia?

-Recién me acordaba de un historiador de Villa María, (Pedro) Martínez, que decía que el caso mío era histórico porque habían pasado tres generaciones por el Concejo Deliberante. Mi abuelo en época de Seydell, mi papá en la época de Seppey y yo en la época de Cabezas. Yo tenía no sólo a mi madre y a mi padre militando, sino también a mis abuelos maternos (Buconic), los dos militaban en política.

De chiquito nomás recuerdo haberlos acompañado al comité que estaba en San Juan y Lisandro de la Torre, me acuerdo del primer acto político al que fui, en 1958, en una interna del radicalismo donde el candidato al que adscribían mis padres era Zabala Ortiz, hizo un discurso al frente de la casa radical.

Me acuerdo de las visitas con mis padres a dirigentes barriales, tengo recuerdos del barrio Lamadrid, la Boca del Tigre, de familias que después hicieron política conmigo como el caso de los Arancibia, de los Fernández, los García; son recuerdos inolvidables y muy gratos.

Y también recuerdo haber firmado un libro de aspirante al radicalismo cuando tenía 12 ó 13 años y haber llorado intensamente cuando lo derrocaron a Arturo Illia el 28 de junio de 1966, que yo tenía escasos 15 años.

-¿Siempre tuvo esa inclinación por la política, tuvo claro que ese era el camino que deseaba seguir?

-Sí, siempre estuvo dentro mío, desde el colegio secundario con participación, para el Cordobazo en Villa María se formó una coordinadora de estudiantes y hubo reuniones multitudinarias en La Fraternidad, donde yo representaba al Nacional; Roberto Domenech al Rivadavia, el Negro Ceballos al Comercial y luego seguí con la política en la universidad.

-¿Estudiar abogacía tuvo algo que ver con esa sangre militante?

-Sin duda, desde chico tenía claro que mi vocación era la abogacía. Mi madre tenía grandes expectativas de estudiar Abogacía, no la dejaron, luego se cristalizó en una tía que fue militante, abogada y perseguida política. Siempre tuve clara mi vocación y que con abogacía venía de la mano la política, se retroalimentaba.

-Las banderas del radicalismo de sus años de la infancia, ¿cómo las fue asimilando en medio del nacimiento de un peronismo que tuvo bases en ciertos aspectos del yrigoyenismo?

-Sí, uno primero mama el radicalismo como el partido que privilegiaba más las cuestiones del Estado de derecho y los derechos individuales, por eso me veía más representado, además de mi cuna, por el radicalismo que por el justicialismo.

Me acuerdo de que tenía discusiones con amigos, con el Negro Juárez, de la Bancaria, y cada uno tenía sus pasiones. Nosotros defendiendo el Estado de Derecho, el respeto a las instituciones y los peronistas poniendo por delante la justicia social.

Después cuando uno entiende la doctrina radical se da cuenta que también nació con la cuestión social y uno adscribe a ese radicalismo de Yrigoyen, de Alem, y que se vio plasmado en la Carta de Avellaneda, que era un verdadero cronograma de centro izquierda y que después lo termina clarificando totalmente Raúl Alfonsín, adscribiendo el radicalismo a la internacional socialista.

-¿De la mano de quién empezó la militancia, aparte de su familia y de la pasión de cuna?

-Primera cuestión, al margen de las pasiones familiares, yo siento una gran decepción en 1973, cuando Alfonsín y Storani son derrotados por Balbín y Gamond. En 1972 participé de la elección interna con un grupo que apoyábamos a Alfonsín y la candidatura a intendente del doctor Arturo Blancuzzi y la interna la gana el doctor Zernotti. Y eso puso en duda si quería seguir en el radicalismo o adscribía a otras agrupaciones. Y decidí militar en la izquierda revolucionaria, en La Tupac, era una agrupación que no adscribía a la lucha armada. Luego me recibo de abogado y regreso al radicalismo.

En el año 1976 volví a Villa María, por mi seguridad personal, y ahí empiezo a dialogar mucho sobre política con Ricardo Casasnovas, que me va haciendo entender muchas cosas del radicalismo. Y así, charlando en la medida que se podía, haciendo algunas acciones como abogado en la medida que se podía, nos fuimos arrimando a los años 80.

En esa década, el escribano Fiol organiza un grupo de profesionales radicales que empezamos a trabajar activamente. Estaba Casasnovas, Veglia y los hermanos Fiol, entre otros, hasta que ya viene la apertura democrática y abrimos un comité sobre calle Santa Fe, frente a la plaza de la Catedral, con Daniel Baysre. Ahí enfrentamos en internas al grupo más viejo, que era el de Nito Botta, Pidoux, Zabala, y de eso surge la candidatura de Cabezas como intendente, Baysre y Parola como senadores y la mía como concejal.

-Con Alfonsín se sintió totalmente contenido.

-Sí, totalmente contenido e identificado. Todo lo que pensaba lo representaba y lo practicaba Raúl Alfonsín.

-Usted estuvo muy cerca de Eduardo Angeloz. ¿Cuándo lo conoció?

-A Angeloz lo conocía de 1973, había tenido una fuerte actuación como senador y junto con Víctor Martínez eran la conducción del radicalismo de Córdoba. Estuve en varias oportunidades con él y luego solíamos ir al estudio jurídico que tenía arriba de la confitería Quijote. En el año 1980 ó 1981 organizamos con el doctor Casasnovas el ciclo de expresidentes y vienen, al Cine Rex, Illia, Luder, Levingston y Onganía.

El primero que inicia el ciclo es Arturo Illia y viene desde Córdoba en un Peugeot 404 que manejaba Eduardo Angeloz y nos quedamos hasta tarde hablando todos en el Centro Vasco.

Gobernando Angeloz fue mucho más de centro izquierda de lo que realmente parecía, más allá de los errores hizo una gestión con muchos beneficios para la gente, como el Paicor.

Nosotros dentro del angelocismo teníamos un grupo que estábamos cerca de Edgardo Grosso y hasta último momento participamos para que Grosso fuera el candidato a gobernador que sucediera a Angeloz y no Mestre. Mestre tenía otra forma de hacer política, distinta al angelocismo. Angeloz daba mucha preponderancia a los senadores, Mestre en cambio les daba más preponderancia a los intendentes, pero hay que reconocer que Mestre fue un hombre de fuste dentro del radicalismo.

Y si nos remontamos a la cuestión histórica, Mestre, que también viene de la izquierda, se hace radical en el Gobierno de Justo Páez Molina por su amistad con el hijo, Marcelo Páez Molina, y es secretario general y mi abuelo estaba con Páez Molina y siempre lo ponderaba a Mestre.

-¿Su relación con el exintendente Miguel Veglia fue buena, regular, mala?

-Fue mala. A pesar de haber iniciado juntos en ese grupo de profesionales, de haber trabajado conjuntamente en el Colegio de Abogados, fue una relación mala. Pero con el tiempo aprendimos los dos que nos habíamos equivocado y siento su ausencia. Con Veglia habíamos empezado a coincidir mucho al último (antes de su fallecimiento) y quizás podríamos haber evitado todo esto que nos viene pasando y que se mostró agravado en 2011 con esa interna con tres candidatos y lo de 2015, que ni siquiera pudimos poner un candidato propio a intendente.

Por eso digo, con Veglia pienso que podríamos haber logrado que todo el mundo entendiera que lo importante era la unidad y que nadie era más importante que el partido, cosa que no conseguimos. Cuando los radicales entiendan esto, va a ser el primer andarivel que nos va a conducir a llegar nuevamente a la Intendencia.

-De los dirigentes regionales que ya no están, ¿de quién tiene los recuerdos más lindos?

-Tengo muy lindos recuerdos de todos, de José María Parola, de Carlos Zanotti, de Matías Iglesias, del Nito Botta. Nito había estado enfrentado con mi familia siempre y terminamos coincidiendo y tenía su gran sabiduría que la sabía transmitir muy bien.

-En 1999 le tiraron la candidatura a intendente, o sea, una papa muy caliente.

-Sin duda (se ríe). Por mi amistad con Grosso, en el año 1995, se decía que por un trabajo importante que había hecho en la Cámara podía ir a la Nación, ya que había un lugar en la lista de diputados nacionales para que lo pusiera Grosso. Grosso en vez de ponerme a mí se inclina por algún afecto y se decide por Martín Illia, yo pensaba que me volvía a mi casa. Angeloz me llama y me pone en los primeros lugares de la lista de diputados provinciales.

Ya en 1999, como no había ido en el 95, era casi seguro que iba de diputado nacional. Y vino toda la cuestión de Villa María, el tercer mandato de Veglia que no podía sacar un candidato y los radicales que empujaban, el fuerte grupo al que pertenecía empujaba y todo eso hizo que fuera candidato a intendente. Yo hacía mía las palabras de Arturo Illia, él decía que uno no busca las candidaturas, sino que las candidaturas lo encuentran a uno.

Asumí el desafío, sabiendo que era muy difícil, que tenía todas las perspectivas de perder, pero también sabiendo que podía remontar esa situación, cosa que no pude hacer.

-¿Influyó mucho el desgaste del Gobierno radical?

-Sí, los 16 años de Gobierno radical seguro que influyeron, pero yo nunca quise hacer bandera de eso y ese mismo día, 12 de septiembre de 1999, vos estuviste conmigo todo el día cubriendo las elecciones y una vez conocidos los resultados, salí al balcón de la Unión Cívica Radical y dije que el único responsable de la derrota era yo. Y asumí la total responsabilidad, como corresponde a cualquier candidato.

-No era su sueño ser intendente.

-Le veía su parte positiva. A pesar de que tenía más predisposición para la tarea legislativa, las proyecciones políticas se daban desde los cargos ejecutivos. Para ser gobernador hay que ser intendente, para ser presidente hay que ser gobernador, eso se viene dando sistemáticamente de 1983 a la fecha.

Por ejemplo, en años anteriores las proyecciones venían de los cargos legislativos, pero eso había cambiado y yo pensé que si llegaba a ser intendente, la proyección era más importante que siendo diputado nacional. Pero yo no dormía pensando que podía ser intendente, porque la tarea legislativa la conocía muy bien, pero manejar una Municipalidad era distinto. Pienso que todo pasa por la responsabilidad.

-¿Se sintió acompañado en su candidatura?

-Sí, por los amigos sí. De cualquier manera, fue un momento muy difícil y cada uno sabe lo que pasó. Y no tiene sentido cargar tintas sobre nadie porque no ayuda a la historia.

-Y después de 1999, de esa elección, el radicalismo fue en picada.

-Fue elección tras elección en picada hasta terminar en 2015 sin un candidato propio.

-Si tuviera que analizar los motivos que llevaron al radicalismo local a esta pendiente, ¿qué puntos subrayaría?

-Lo que pasó esencialmente es que no supo entender que el partido era más importante que todos nosotros. Y haber buscado para la elección el mejor candidato, cuando se viene el proceso electoral de 2011 se hizo una asamblea en el comité y yo planteé, exagerando un poco, que teníamos que disolver los grupos internos, juntarnos, hacer una encuesta, poner los dirigentes que quisieran y también cuatro o cinco independientes y el que estuviera mejor posicionado ir todo el partido a ofrecerle.

-¿Ve algún dirigente que pueda tener liderazgo en el nuevo radicalismo?

-Tiene que surgir fundamentalmente de la juventud y de la franja hasta los 45 años. Y creo que nos volvimos a equivocar en elegir a las autoridades partidarias por interna, habría que haber buscado una lista de consenso y trabajar todos juntos poniendo la proa para que en 2019 podamos sacar un candidato.

Y bueno, ahora hay que poner el hombro y también seguir conformando el espacio político de Cambiemos y estamos todos atados a la suerte de Cambiemos. Si el país está atado a la suerte de que le vaya bien al presidente, el radicalismo está atado a la suerte de que le vaya bien a Cambiemos, no podemos especular.

-¿Cómo observó, siendo opositor, estos 16 años de Gobierno peronista local?

-Te contestaría metafóricamente. Por más que yo no durmiera pensando en la responsabilidad de ser intendente, sé muy bien lo que hubiera hecho. Hay tres cosas que no se hicieron en estos 16 años: hubiera estado nada más que cuatro años en el poder, hubiese sido un Gobierno de total transparencia y hubiera aprovechado para reestructurar la Municipalidad como en estos años no se hizo.

No se puede tener una Municipalidad con 200 cargos políticos, Villa María se maneja con 30 puestos políticos, me parece que ahí está el déficit en estos años de gobierno. Hay que reconocer la obra pública que se hizo.

Y volviendo, si me permitís, al tema de la Justicia y la corrupción, hay una anécdota que yo escuchaba siempre en mi casa. Don Arturo Illia lo encarcela a Aracena, padre de dirigentes de Córdoba, que era subdirector de la Aduana. A la tardecita vienen los cordobeses, que no eran pocos, lo buscan a don Arturo y le dicen qué podían hacer por Aracena. Entonces don Arturo los mira y les dice “lo único que podemos hacer por Aracena es averiguar qué marca de cigarrillos fuma y se la llevan”.

-Usted viene del Concejo de 1983 con grandes debates y oratorias, ¿hoy ve esa misma ebullición política, ve madurez en la oposición?

-En esto voy a ser subjetivo; me parece que desde el Concejo tiene que surgir la oposición, fue un gran déficit que tuvimos la oposición en estos años, creo que no se supo hacer una verdadera oposición desde el Concejo, hubo momentos que la oposición política se hizo desde el Tribunal de Cuentas, que es un organismo eminentemente técnico. Creo que hay que fortalecer al Concejo.

-Usted vivió desde niño momentos de grandes enfrentamientos entre los argentinos, en la Revolución Libertadora, en los 70 y hoy nuevamente estamos frente a lo que llaman “la grieta”.

-Retrocedimos. Recuerdo que Alfonsín decía que cuando se peleaban los dos partidos políticos era un gran circo romano donde nosotros peleábamos en la arena y los enemigos de la democracia se regocijaban en la tribuna y aplaudían. No, la grieta no puede existir más, son dos partidos políticos importantes, representan la historia de la democracia argentina, con las variantes que hay dentro de los mismos partidos, pero no puede existir más la grieta, tenemos todos que hacer el papel en que la sociedad nos pone, ya sea para gobernar o para ser oposición. Y sabiendo hacer las dos cosas vienen los recambios naturales. Porque a la grieta, fundamentalmente, la hace la dirigencia. Fijate con los hechos de corrupción, si hubiéramos sabido ser oposición, las cosas se podrían haber hecho con transparencia. La dirigencia ha sido responsable de lo que nos está pasando por la falta de transparencia.

-¿Cree que todos son responsables?

-Sí, todos somos responsables, no sólo la dirigencia política, la dirigencia empresarial que también fue errática y equivocada. Nosotros tenemos esencialmente empresarios que han crecido al calor del Estado. Debemos tener verdaderos partidos políticos, el voto debe volver a ser de los partidos y no de los candidatos.

-¿En qué momento le dijo basta a la política? ¿O no le dijo basta?

-No, no le dije basta, le dije basta a los cargos y me cansé de todos estos años de predicar en el desierto. Predicar por la unidad y encontrar escasísimo eco, pero nunca digo basta y me voy a poner al servicio de las nuevas autoridades para volver a reconciliarnos con la sociedad.

-¿En algún momento se le cruzó por la cabeza volver a ser candidato a intendente o a otro cargo?

-No lo descarto nunca, si la candidatura me encuentra no le sacaría el pecho, pero me parece que la materia prima está en los jóvenes.

-¿Un sueño inconcluso?

-El sueño inconcluso sería que la democracia logre por fin tener la mayor cantidad de incluidos en la Argentina.

-La última: en el 83 fue el “Nunca Más” a los militares. En 2016, ¿“Nunca Más” a qué?

-Nunca más a la corrupción, nunca más a que la política se confunda con los negocios, la política es lo más sagrado, uno no puede interesarse por la política para hacer plata, debe interesarse por la política porque es la herramienta que posibilita que no se den las exclusiones; si uno cree que la política es para salvarse personalmente, se equivocó.

Me acuerdo de una anécdota, cuando estaba por asumir la banca en el Senado, el Pepe Martín Iglesias, que fue ministro de Bercovich, me dijo: “Con la política no se hace plata, sólo tenemos un sueldo que nos permite vivir bien”. Siempre me quedó grabado.

 

Opiniones

Mauricio Macri

Yo tenía un preconcepto, era de los que decían que el límite era Macri -hablando de la alianza-. Uno ahora comprende que gobernó bien la Ciudad de Buenos Aires y que fue la figura que posibilitó que se pudiera poner fin a estos 12 años de kirchnerismo que se había desmadrado a partir de 2007 y 2011.

Creo que Macri con sus errores, sus aciertos, su falta de práctica política, a lo mejor es un gobierno más de CEO que de pensadores políticos, está manejándose en este difícil momento y ojalá le vaya muy bien, aliento serias expectativas de que va a hacer un buen gobierno.

 

Juan Schiaretti

Lo contrario a Macri. Tiene la experiencia política total, lo conozco desde que era dirigente universitario, nació haciendo política, creo que le va a ser muy difícil porque le toca gobernar cumpliendo casi 20 años de Gobierno peronista y creo que va a llegar el límite en 2019.

 

Martín Gill

Un muchacho capaz, formado políticamente en la democracia, y le van a tocar momentos muy difíciles. No va a tener la plata que tuvieron sus antecesores para hacer las cosas buenas que podemos rescatar de estos 16 años y va a tener que poner el acento en la transparencia y en reestructurar la ciudad y refuncionalizarla.

Ojalá lo pueda hacer, y creo que va a tener que tomar fuerza en una disputa interna que existe entre los funcionarios que le responden a él y los que responden a la anterior administración. Y le veo suficiente capacidad para manejar esta situación y ojalá le vaya bien porque nos va a ir bien a todos los villamarienses.

 

Me gusta

Leer, escuchar música, el cine.

 

Me encanta

Disfrutar con los amigos.

 

Me divierte

Las reuniones con amigos, el buen cine.

 

Me entristece

La injusticia, la discriminación, la no inclusión que se refleja en la pobreza.

 

Me enoja

Las injusticias y las arbitrariedades.

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