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Golombek: “El cerebro es posiblemente el objeto más complejo del universo”

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Golombek: “El cerebro es posiblemente  el objeto más complejo del universo”
“Hay un montón de ‘neuromitos’. Algunos como que solo usamos el 10% del cerebro”, afirmó Diego Golombek

Pruebas piloto demuestran que modificar solo media hora el horario de ingreso a la escuela “haría que los chicos falten menos, se enfermen menos y les vaya mejor en las materias”, destacó

“Hay un montón de ‘neuromitos’. Algunos como que solo usamos el 10% del cerebro”, afirmó Diego Golombek

Escribe: Celeste Coschica
DE NUESTRA REDACCION

Invitado a participar del festival Vive y Siente, el biólogo, investigador y divulgador científico, Diego Golombek, ayer por la tarde dio una charla en el Centro Cultural Leonardo Favio sobre neurociencia, que es el estudio del cerebro, y cómo puede ser aplicada a educación.

«Hay una cierta exageración de los ámbitos donde puede participar la neurociencia. Hay un ‘neurotodo’: neurofútbol, neuroperiodismo. Pero sí hay una neuroeducación porque aprendemos con el cerebro, nos concentramos y emocionamos con el cerebro y eso tiene que estar presente en el aula. La educación está cambiando por lo que sabemos del cerebro», expresó ayer por la mañana a los medios de prensa.

Sobre todo, Golombek se refirió a su campo específico de estudio, que es «la parte del cerebro que mide el tiempo y le dice al cuerpo qué hora es, que es el reloj biológico».

Eso tiene consecuencias en la educación: “Los adolescentes son búhos, hacen sus cosas tarde a la noche porque eso les dice su reloj. Todo bárbaro hasta que el colegio secundario empieza a las 7.30 de la mañana y los pibes están literalmente dormidos».

En este caso, el aporte de la neurociencia a la educación es, por ejemplo, repensar los turnos escolares.

 

Cambio de media hora

Al ser consultado sobre si estos posibles cambios en el sistema educativo fueron escuchados por autoridades del Estado, señaló: «Cuando vos planteas un cambio en la educación, se paran las antenas. Plantear un cambio, aunque sea mínimo, en un sistema tan grande, es complicado. Pero sí nos están escuchando, hay cambios en todo el mundo a propósito de los horarios escolares”.

“Las inquietudes con respecto al turno tarde, el transporte o qué pasa con los padres que se tienen que ir a trabajar, se responden muy fácilmente porque las pruebas piloto que se han hecho contemplan cambiar ‘un cachito’ el horario, 20 minutos o media hora. Solo con ese cambio se logra que los chicos falten menos, se enfermen menos y les vaya mejor en las materias”, agregó.

Para el divulgador, cuando planteas esto en la comunidad educativa, lo primero es no: “Pero me parece que tenemos las evidencias suficientes para hacer un cambio gradual, pequeño y que va a tener consecuencias profundas”.

Una muestra de la importancia y relevancia que ha tomado en los últimos años los estudios del tiempo, es que los científicos Jeffrey Hall, Michael Rosbash y Michael Young ganaron el lunes pasado el Premio Nobel de Medicina por sus descubrimientos sobre los mecanismos moleculares que controlan nuestros relojes biológicos.

 

La última frontera

«Me fascina el concepto de tiempo, por eso me metí a trabajar con eso. El cerebro es la última frontera, es posiblemente el objeto más complejo del universo”, manifestó Golombek al ser consultado sobre cómo comenzó, desde su profesión de biólogo, sus estudios sobre este campo.

«El cerebro es lo que somos, es nuestra historia, nuestra memoria, nuestras decisiones, nuestra moral. En los últimos años ha crecido enormemente tanto la neurociencia como su divulgación, lo cual está buenísimo, pero también hay que tener cuidado con la línea entre neurociencia y neurochantada”, señaló.

En su último libro “Neurociencias para presidentes”, destaca cómo la ciencia puede aportar “muchísimo” para una toma de decisiones basada en la evidencia.

“‘…para presidentes’ es una metáfora, refiere a todo aquel que tenga que tomar decisiones que pesan sobre un colectivo de gente”, explicó.

“La neurociencia tiene muchísimo qué decir respecto a eso porque estudia los sesgos y filtros que uno tiene a la hora de tomar un decisión, cómo influye la nutrición, como influye el sueño, la memoria, el aprendizaje, la atención”, agregó.

De hecho, varios países tienen comités asesores científicos para las políticas públicas, con Inglaterra a la cabeza.

 

Cerebros complementarios

Es muy común escuchar que la configuración del cerebro del hombre y la mujer es distinta. Al ser consultado sobre este aspecto Golombek afirmó: “Hay un montón de ‘neuromitos’. Algunos como que usamos el 10% del cerebro. Otro de los mitos es que el cerebro de hombres y mujeres es fundamentalmente diferente. La respuesta es no, tenemos el mismo cerebro de Homo Sapiens”, expresó.

Sí hay diferencias funcionales, aunque es difícil distinguir cuáles son culturales y cuáles innatas o biológicas: “Lo fascinante es que las diferencias biológicas que hay son complementarias. Por ejemplo, en las estrategias de orientación, el cerebro masculino se orienta de una manera más cuantitativa y la mujer cualitativa. Las pocas diferencias complementan una estrategia de búsqueda de supervivencia”.


Divulgar la ciencia

“En general, para los científicos contar lo que hacemos no es parte de nuestra profesión. Eso está cambiando aceleradamente, sobre todo con las generaciones más jóvenes”, manifestó Golombek sobre si la falta de divulgación científica tiene que ver con una deficiencia en las capacidades de comunicar o en el periodista y medios de comunicación.

“El periodismo también ha cambiado mucho, la figura del periodista científico profesional, especializado, no existía y ahora existe la Red Argentina de Periodistas Científicos”, destacó.

Lo importante es que ambos deben tener una “formación complementaria”.

“Por suerte lo que ha cambiado es la tercera pata, que es público. Muchas veces las notas de ciencia son las más leídas de un medio, aunque los grandes medios no lo entienden y han cerrado sus secciones fijas de ciencia. Creo que eso es un error porque hay un espacio para ciencia”, indicó.

“Las tres patas han cambiado: científicos, periodistas y público. Nos animamos a contar la ciencia de una manera diferente y para bien, aprovechando el formato televisión, libro o radio, cosa que antes no hacíamos”, finalizó.

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