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Historia al natural

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Historia al natural

INVENTARIO/Alta Gracia

Escribe: Pepo Garay
ESPECIAL PARA EL DIARIO

Miniguía

Ubicación: valle de Paravachasca

Distancia: 160 kilómetros al noroeste de Villa María

Población: 56.000 habitantes

 

1) Patrimonio de la Humanidad:

Máximo exponente de la ciudad, la Estancia Jesuítica de Alta Gracia se alza en pleno centro deslumbrando con su preciosa arquitectura barroca y su historia, demoledor dueto que, junto con el resto de los emprendimientos en su tipo distribuidos en la provincia, la llevaron a ser nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

El complejo, nacido en el año 1643, está compuesto por la iglesia y la otrora residencia de los monjes. En el templo sobresalen su fachada italianizante, con cúpula soberbia, y unos interiores muy bien ornamentados, con pinturas incluidas.

El edificio contiguo, en tanto, está enmarcado por una planta en “L” en la que se reparten las distintas dependencias, como la biblioteca, el salón de actos y las habitaciones que conforman el Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia – Casa del Virrey Liniers (dueño de objetos de los siglos XVII, XVIII y XIX). Completan la exresidencia los jardines del frente (con aljibe) y el patio posterior (ayer hábitat del obraje, el taller, el molino y el horno, todos trabajados por los nativos de las serranías).

 

2) El dique de los jesuitas:

Lindero a la Estancia, brilla con luz propia el Tajamar. Se trata del dique más antiguo de la provincia de Córdoba, que fuera construido por los jesuitas en el meridiano del siglo XVII. Hoy, el espejo de agua regala un paseo elemental para el viajero, entre arboledas y la vista del Reloj Público: el artefacto descansa en los altos de una esbelta torre, ornamentada con balcón y esculturas que cuentan sobre la riquísima historia local.


3) Tras los pasos del Che y otros grandes:

Y si de historia hablamos, no puede quedar ausente el tal Ernesto Guevara. El Che pasó la mayor parte de su infancia en Alta Gracia, que en la actualidad lo recuerda con el museo que lleva su nombre. Allí, ayer morada de quien a la postre se convertiría en uno de los personajes más importantes del siglo XX,  se pueden ver varios elementos utilizados por el revolucionario y su familia.

Otros museos dignos de visita son el Manuel de Falla (donde el famoso músico y compositor español pasó los últimos años de su vida), el de arte Gabriel Dubois (hogar del reconocido escultor, exhibe importantes obras de Latinoamérica y Europa) y el ya citado Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia – Casa del Virrey Liniers.

 

4) Arroyo muy serrano:

Más allá del cemento, la cabecera del valle de Paravachasca convida con el arroyo Alta Gracia, que atraviesa la ciudad de noroeste a sudeste. Antes de desembocar en el río Anizacate (médula hídrica de la región), el afluente reparte media decena de balnearios para disfrutar del aura serrana, como La Olla, La Bateita o el Primer Paredón, por ejemplo.

Este último está ubicado a unos cinco kilómetros del centro (se accede por camino de tierra) y abraza lo que queda de un muro levantado por los jesuitas en su búsqueda por apresar el agua.

 

5) Caminatas, paracaidismo y paseo en globo:

Siguiendo con la vida en la naturaleza y la acción al aire libre, hay que citar las diversas caminatas abiertas al viajero. Entre ellas destacan las que llevan al cerro Chato, al dique La Toma y al Santuario Nuestra Señora de Lourdes, además del llamado Sendero Circuito Chico del Mirador.

También resulta elemental subrayar propuestas que generan mucha más adrenalina, como los paseos en globo aerostático y los saltos en paracaídas (ambas actividades parten desde el Aeroclub local).

 

HUMOR VIAJERO

La plaza más uruguaya

Por el Peregrino Impertinente

La Plaza Independencia hace las veces de corazón de la hermosa Montevideo, capital de Uruguay. Ciudad nostálgica y poética si las hay, que los locales recorren con la tranquilidad y la paz de quien camina por las calles de un pueblo. El cuadro ni siquiera se ve alterado cuando algún desprevenido, al notar que se quedó sin hierba para el mate, comete un harakiri con la bombilla y con las últimas y uruguayas fuerzas exclama “Alguien que se encargue de limpiar este enchastre, un poco de racionalidad, vo”.

La explanada es realmente atractiva, con sus amplios espacios y sus palmeras, autoras de “El bombón asesino” y “Perra”, entre otros misóginos éxitos. Destacan además la colonial Puerta de la Ciudadela y sobre todo la estatua ecuestre de Artigas, que dependiendo de los resultados de la celeste en el mundial de Rusia podría ser suplantada por una de Suárez masticándole la oreja a un rival. En lugar del caballo iría la de Rodrigo Mora.

Debajo del área, en el subsuelo,  se encuentra justamente el mausoleo de Artigas, donde descansan las cenizas del prócer oriental. Una guardia constante protege los restos del general, autor de frases célebres como “Con libertad ni ofendo ni temo”, “No venderé el rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidad” y “Por Dios y la Virgen, soldado, vaya a llenar el termo”.

También forman parte del paisaje de la plaza (que divide al centro “moderno” de la llamada “ciudad vieja”) las construcciones linderas, como el Palacio Salvo, el Edificio Ciudadela, el Teatro Solís o la Torre Ejecutiva. En esta última funciona el Poder Ejecutivo de la República, desde donde un tal Pepe Mujica forjaba reflexiones como la siguiente: “Ocupamos el templo con el dios mercado: El nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida y hasta nos financia en cuotas de tarjeta la apariencia de felicidad”, “¿Y eso se puede comprar con  el Ahora 12?”, pregunta uno del montón, quien evidentemente no aprendió absolutamente nada de uruguayismo.

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