Las anécdotas

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Las anécdotas

Cada uno tiene una historia para contar de su animal. En este espacio, algunos vecinos compartieron sus anécdotas con sus perros o gatos

Toro y la pileta

Toro era un perro cariñoso, no muy obediente pero leal. Pero  tenía una manía, bueno, era más bien como una obsesión: ‘¡Odiaba a los gatos!’ Pero también tenía fobia al agua. Cuando le tocaba el baño (que era todas las semanas) era un poema….

Un verano nos fuimos al campo de mi hermana y como tenía muchos gatos, ella siempre los guardaba. Ese día se olvidó de guardarlos y cuando nos sentamos en el borde de la pileta pasó un gato tan tranquilo por delante de mí… Cuando Toro lo vio salió volando detrás de él. Los dos dando vueltas alrededor de la pileta. Toro sólo veía al gato y en un momento, se cayó en la pileta! A todos los que pasamos por allí dolió la cara de tanto reírnos”.

Agus y su perro Toro

 

Dona huele

“Hace unas semanas, paseaba con una amiga y mi perra Dona por el centro haciendo compras. Cuando mi perra tiraba la cadena y daba muestras de querer que lo soltara, lo cual hice para que no molestara. Pero este ‘cara de perro’ en cuanto estuvo sin cadena se fue directamente a ‘olerle el trasero’ a una señora que estaba de espaldas a nosotros comprando cosas. Lo hizo con tal fuerza que la mujer sintió que la nariz del perro se le introducía por atrás, que dio un salto, volteando de manera inmediata bastante molesta. Al ver esto mi amiga hizo como que no conocía al perro, por lo que tuve que asumir la travesura, acercándome a la señora y pidiéndole toda clase de disculpas. Le coloqué nuevamente la cadena al infractor y nos fuimos rápido ahí. Si bien la situación fue muy incómoda, hoy nos reímos mucho cuando nos acordamos”.

Sofía y su perra Dona

 

Lola y la puerta

“Mi perra es un poco especial. Ella siempre se pone muy contenta cuando sale a la calle, pero igualmente también cuando vuelve a casa. Entrábamos por la puerta y frente a nosotras había un laaaaargo pasillo hasta el ascensor y yo sé que le gusta correr hasta el ascensor. Así que le saqué la correa y la dejé correr a sus anchas, claro, yo pensé que se daría cuenta de que la puerta de vidrio en el medio del pasillo tenía la puerta derecha cerrada y la izquierda abierta y que pasaría por la izquierda, pero no… Fue directo a la puerta de vidrio en la que quedó estampada y rebotó… Pobrecita, cayó de cola, pero no se hizo nada. ¡Se paró y siguió!

Mica y su perra Lola

 

La paloma

“Un día llevé a mi perra al parque. Estábamos caminando campantes bajo los árboles cuando vi caer algo del árbol, y en eso mi sobrina me dice: ‘Le hizo caca la paloma a la perra!’.

¡Increíble! Ella es pequeña y sobre su cabeza en la frente tenía una cagada de pájaro. Sí que me mató de risa, porque habiendo tanto espacio fue a caer sobre el perro y en su cabecita.

En otra ocasión cuando era apenas una cachorra, estaba mostrando valentía correteando y ladrando un gato. En eso un gato grande que observó todo se enojó supongo, porque se erizó y empezó a caminar hacia la perrita con afán de pelea. Mi perrita se quedó quieta asustada y ladrando, pero yo me paré rápido atrás de ella y ya no se acercó el gato más, se fue corriendo y ella creyó que al fin la había espantado con sus ladridos.

Silvina y su perra

 

Gatito con olor

“Cuando era chiquita adoptamos un gatito que vivía en la calle y lo llevamos a vivir a casa. Era muy cariñoso, se portaba como un perrito, acurrucándose y dándonos lengüetazos. Los besitos olían fatal, pero horrible de verdad y la veterinaria nos dijo que estaba enfermo del hígado y que por eso tenía mal aliento. Lo queríamos mucho y nos daba penita, así que cuando venía a acurrucarse mientras veíamos la tele y empezaba a darnos besos, nos tapábamos la nariz y nos dejábamos querer. ¡Era súper divertido ver a mis hermanos recibir el derroche de cariño con la cara morada de no respirar! Y ellos se morían de risa también cuando la besuqueada era yo”.

Juli y su gato

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