El milagro de la nutrición

Escribe Silvina Scaglia Lic. en Nutrición

Al hablar de cítricos una de las familias frutales más numerosas y nutritivas que ofrece la naturaleza, desfilan por nuestra mente gajos tentadores y jugos refrescantes.

En el caso de los limones y las limas, los ácidos predominan sobre los azúcares, por eso tienen ese sabor tan especial, por lo general estas dos variedades no se comen sino que se emplean para hacer refrescos y aderezar comidas. Las naranjas, los pomelos y las mandarinas, en cambio se consumen frescas o en jugo. Pero todos se destacan por una misma virtud, su elevado contenido de ácido ascórbico o vitamina C, sustancia indispensable para el ser humano por desarrollar actividad antioxidante y ser estimulante de las defensas del sistema inmunológico. Para tener una idea, un vaso de jugo de naranja bebido inmediatamente después de ser exprimido, ya que a las pocas horas pierde sus valores nutritivos, nos puede suministrar una cuota de vitamina C suficiente como para hacer frente a las necesidades nutritivas de dos o tres días.

Existen muchas personas reacias a comer naranjas, pomelos y mandarinas durante el invierno. Teniendo en cuenta que los cítricos en general y la naranja en particular son los símbolos máximos de la vitamina C, sería causa suficiente para que cuando llegue la primavera tengan deficiencias de la misma, pero le sorprenderá a más de uno saber que el kiwi y la frutilla, dos frutos sabrosos y pequeños, contienen tanto o mayor cantidad de ese valioso ácido y por tal motivo son dos de sus principales rivales alimentarios.

Hasta la próxima…