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Los incas no construyeron Machu Picchu

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Los incas no construyeron Machu Picchu
Un proceso de colonización es la pieza clave para interpretar la “fundación” de Machu Picchu, de parte de las comunidades más tradicionales del Valle Sagrado, en algún momento entre el siglo XI y XII

“No fue una ciudad secreta ni oculta ni aislada, y que tampoco cumplía ningún rol especialmente extraordinario ni particularmente privilegiado”. Un proceso de colonización es la pieza clave para interpretar la “fundación” de Machu Picchu, de parte de las comunidades más tradicionales del Valle Sagrado, en algún momento entre el siglo XI y XII

Escribe Carlos Seggiaro
Especial para EL DIARIO

Es Patrimonio Cultural de la Humanidad, según la Unesco. Fue elegida como una de las Maravillas del Mundo y es, desde hace años, uno de los destinos más importantes del turismo internacional. Hay muchas razones para que sea así. Parte del atractivo de Machu Picchu descansa no sólo en su ubicación geográfica privilegiada, sino también en cierto halo de misterio que envuelve su origen y su participación en la historia de las culturas andinas.

El desconocimiento sobre su pasado ha dado lugar a las más diversas interpretaciones, algunas bastante razonables y otras ciertamente disparatadas. Desde ciudad oculta, a refugio de los últimos incas, pasando por centro de enseñanza para grupos iniciados en los secretos de la cultura y la religión nativa o lugar de veraneo de la elite gobernante. Pese a las discrepancias, nadie, o casi nadie, en el marco del “relato” oficial, ha puesto en duda el origen incaico de Machu Picchu.

Sin embargo, en la segunda mitad del siglo pasado, algunos historiadores comenzaron a considerar la posibilidad de un Machu Picchu preincaico. Se argumentaba que, tal vez, grupos provenientes de la selva amazónica eran los responsables de su construcción, y que se trataba de una cultura desconocida hasta el presente, oculta en la selva, que en algún momento sería descubierta.

Bajo esta lectura, nuevos descubrimientos mostrarían algún día que Machu Picchu era tan sólo un eslabón más, de una vasta red de poblaciones similares (algo que ahora va finalmente confirmándose). En ese marco, algunos historiadores llegaron incluso a plantear que la existencia de Machu Picchu ni siquiera había sido conocida, en su momento, por los propios incas, ya que por esa época la ciudad ya habría estado abandonada y cubierta por la selva.

Que haya existido en su momento en la selva amazónica una civilización importante es una posibilidad que aún permanece abierta. Sin embargo, el estado de las investigaciones actuales descarta plenamente que Machu Picchu pueda tener un origen amazónico. Entre tantos argumentos, uno muy fuerte, es el mismo perfil productivo detectado en los andenes agrícolas de la ciudad, que remite ineludiblemente a prácticas agronómicas propias de las culturas andinas. Está claro que los fundadores de Machu Picchu no eran autóctonos, pero todo parece confirmar que llegaron al lugar bajando por el río Urubamba, no remontándolo.

En realidad, y aunque no sea la información que suele recibir un turista al visitar las ruinas, hay que decir que la historia de Machu Picchu no es tan misteriosa como se quiere hacer creer desde algunos ámbitos. Desde su fundación hasta que fue reintegrada al conocimiento público en 1911, el recorrido que tuvo la ciudad es bastante conocido y para nada extraordinario. ¡Y es como sigue!

 

Está claro que los hechos exóticos y extraordinarios suelen “vender” más que los hechos normales y racionales. Pero esto no puede ser una justificación para distorsionar la realidad histórica

Movimientos migratorios

Entre los siglos IX y XII se produjeron en la región andina una serie muy importante de movimientos migratorios, que entre otras cosas explican el asentamiento de los incas en el Cuzco, y de algunos grupos collas en el Valle Sagrado.   En el marco de este proceso, harto complejo, algunas comunidades comenzaron un proceso de búsqueda de nuevas tierras de cultivo, que los llevaron río abajo por el Urubamba, más allá de límite histórico que había representado para estos pueblos la zona de la actual localidad de Ollantaytambo.

Este proceso de colonización es la pieza clave para interpretar la “fundación” de Machu Picchu, de parte de las comunidades más tradicionales del Valle Sagrado, en algún momento entre el siglo XI y XII. Los habitantes originarios de la zona de Urubamba, vinculados básicamente a la etnia tampu, serían muy probablemente los responsables de diseñar el trazado urbano y rural, y los primeros en consolidar la estructura de andenes y la mayor parte de las construcciones de piedra que hoy admiran miles y miles de visitantes en clave turística, en la llamada “quebrada de Picchu”.

Es muy importante destacar que esta población no estaba sola. Era parte de una vasta red de localidades, en un territorio que llegó a estar bastante poblado entre los siglos XII y XIV, y que remitía en términos comerciales y culturales, a las localidades madres asentadas en el Valle Sagrado. En ese marco, es altamente probable que Machu Picchu haya formado parte en su momento de la llamada Confederación Ayarmaca, que se enfrentó a los incas, intentando frenar su incipiente proceso expansivo, a mediados del siglo XV.

Lo que sigue es algo bastante más conocido. La Confederación Ayamarca fue derrotada, y toda la región fue absorbida por los incas, incluyendo a Machu Picchu. Es este contexto, es altamente probable que el noveno y más famoso de los gobernantes inca, Pachacútec, haya visitado al menos una vez la localidad recientemente integrada a sus dominios. Y también podemos aventurar la hipótesis de que se haya visto cautivado por la magnificencia del lugar, tras lo cual se tomó la decisión de darle a la localidad un rango mayor al que tenía.

Todo indica que, a partir de estos nuevos dueños, Machu Picchu pasó a ser una “llacta” es decir un centro administrativo desde el cual los incas solían concentrar sus actividades de gestión a niveles regionales. En ese contexto, se decidió rediseñar parte de la traza urbana, jerarquizando algunos edificios, con un estilo marcadamente “incaico”. Hoy esos edificios se destacan claramente en el entorno. Estamos hablando del Torreón, el Intihuatana, el templo de las tres ventanas, etcétera. ¿Cuándo ocurrió esto? En algún momento entre los años 1440 y 1470.

En este marco, vamos a volver a repetir que Machu Picchu no fue una ciudad secreta ni oculta ni aislada y que tampoco cumplía ningún rol especialmente extraordinario ni particularmente privilegiado.

 

Hipótesis

Algunos historiadores plantean la hipótesis de que la administración de esta “llacta”, estuvo en manos de la Panaca de Pachacutec, es decir , en manos de allegados y familiares de este monarca, lo cual es posible, ya que se trataba de una práctica relativamente habitual, pero que en sí no tiene nada de extraordinario. En general, se considera que en esta etapa, vivían establemente en Machu Picchu, entre 500 y 1.000 personas. Difícilmente más que eso.

Pero llegó un momento en que las cosas cambiaron, y de una manera bastante vertiginosa. La vida relativamente tranquila y armoniosa en la región se vio trastocada por la guerra civil entre Huascar y Atahualpa, y la posterior incursión violenta de los españoles. En ese contexto, toda la región, y no sólo Machu Picchu, sufrieron un progresivo debilitamiento en términos productivos y de comunicación, lo cual generó un proceso lento, pero irreversible de despoblamiento, durante los siglos XVI y XVII.  

¿Se despobló rápidamente Machu Picchu? ¿Fue abandonada de improviso? Todo parece indicar que la pérdida de población fue progresiva, para nada intempestiva, y de ninguna manera relacionada con hechos violentos. Al respecto, es muy importante destacar que recientemente se han encontrado documentos que certifican que, ya en la etapa de dominio colonial español, Picchu aún permanecía poblado y en una relativa actividad productiva, ya que está probado el pago del tributo anual en una fecha como 1570, lo cual confirma además, que la existencia de Machu Picchu era conocida también por los funcionarios españoles, al menos durante el siglo XVI.

Durante el siglo XVII las señales son cada vez más débiles hasta desaparecer. En realidad, toda la región fue perdiendo población e importancia para el Gobierno Colonial. No hay rastros de ningún asentamiento efectivo de parte de los españoles, ni siquiera una iglesia en todo el territorio. Pese a lo anterior, puede afirmarse que Machu Picchu jamás fue totalmente abandonada y los andenes de su área agrícola siguieron siendo explotados durante los siguientes siglos por los habitantes de la zona. De hecho, es parte de la “historia oficial del descubrimiento” que cuando Hiram Bingham la visitó por primera vez, en 1911, había dos familias instaladas en el lugar, cultivando parte de los andenes. (¡“Flor de descubrimiento”!).

Está claro, y es más que obvio, que Hiram Bingham no descubrió Machu Picchu en 1911, ya que se trataba de un espacio conocido y utilizado por los habitantes de la zona. En este marco, se suele argumentar que en realidad su mérito fue darlo a conocer al resto del mundo. Sin embargo, la difusión de este investigador perteneciente a la Universidad norteamericana de Yale estuvo básicamente circunscripta al ámbito académico. Según nuestra visión, la más importante y amplia difusión de Machu Picchu fue posterior, y fue la que se disparó a partir de las placas que tomó en el lugar, en la década del 20, un fotógrafo radicado en el Cuzco, llamado Martín Chambi.

Sus fotos causaron sensación en Lima y luego se difundieron a nivel mundial. La toma de conciencia de los gobiernos peruanos para rescatar el lugar y transformarlo en un espacio abierto al turismo masivo, le debe más a Chambi que a Bingham. Sin embargo en las placas que se encuentran en el ingreso a Machu Picchu, todo el bronce es para Bingham. Ninguna placa lo recuerda a Chambi. ¿Tendrá algo que ver en esto que uno era mestizo y de pelo oscuro, mientras que el otro era rubio y de ojos claros, con todo lo que implica este lamentable comentario, aun hoy, para la sociedad peruana?

 

Reflexiones

Finalmente digamos que el tema de Machu Picchu también aporta algunas otras cosas para una reflexión sobre el presente, y no sólo sobre lo pasado. Ocurre que el contenido de esta nota no tiene nada de inédito ni original. Todo lo que se ha comentado aquí está extraído de documentos y trabajos harto conocidos. ¡Hasta de las páginas de Wikipedia puede bajarse la mayor parte de lo que se expone en este artículo!

¿Qué explica entonces que los numerosos “guías profesionales” que se ofrecen todos los días para acompañar a los miles de turistas que recorren Machu Picchu, repitan hasta el cansancio historias increíbles, absolutamente desconectadas de toda argumentación histórica sostenible? Una y otra vez se les habla a los turistas sobre la ciudad oculta, la guarida secreta de los últimos soberanos incaicos, un lugar sagrado y místico para iniciados, etcétera, y todo esto acompañado por una catarata de comentarios anecdóticos imposibles de sostener en términos racionales.

¿Se supondrá acaso que contar la verdad histórica sobre Machu Picchu le quitará interés turístico? ¿Que la gran cantidad de visitantes de todo el mundo viaja hasta allí, básicamente para conectarse con mensajes esotéricos y metafísicos? Está claro que los hechos exóticos y extraordinarios suelen “vender” más que los hechos normales y racionales. Pero ésta no puede ser una justificación para distorsionar la realidad histórica.

Por más que algún turista con mentalidad mística pueda sentirse algo decepcionado por un comentario más realista sobre la historia de Machu Picchu, flaco favor se le hace a esta joya del turismo mundial escondiendo la realidad. Rescatar su verdadera historia es otra de las deudas que el Gobierno peruano tiene para con su propio, y riquísimo pasado cultural.

 

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