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Medallas y oro olímpico para los deportistas de los pueblos

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Medallas y oro olímpico para los deportistas de los pueblos
“Hay buenas medallas en Villa María”, dijo Cafaro y destacó las de AFUCO, escuelas y municipio

Escribe Iván Wielikosielek

Aunque se especializa en filatelia y numismática, Gustavo Cafaro también colecciona medallas villamarienses. Pero con el paso del tiempo ha ido adquiriendo preseas deportivas de numerosas localidades aledañas: Bell Ville, Morrison, Marcos Juárez y Etruria. El actual secretario del Centro Filatélico habló del valor testimonial de algunas piezas que, opacadas por el paso del tiempo, aún brillan con el fulgor de las grandes hazañas

“Hay buenas medallas en Villa María”, dijo Cafaro y destacó las de AFUCO, escuelas y municipio
“Hay buenas medallas en Villa María”, dijo Cafaro y destacó las de AFUCO, escuelas y municipio

No son medallas olímpicas ni mundialistas, pero para los deportistas de los pueblos son acaso algo más importante: los laureles que supieron conseguir. Muchas de ellas (de hecho la inmensa mayoría) han sido acuñadas en metales baratos: bronce, cobre, alpaca o aleación. Y habrá que buscar en torneos de alcance provincial si se quiere dar con “plateadas” y “doradas”. Pero dentro de sus diseños con futbolistas y bochófilos o arquetípicas mujeres del Olimpo sosteniendo los laureles de la gloria, ver una decena de medallas “del interior” produce una inexplicable emoción. Acaso se deba (me digo) a que soy de uno de esos pueblos y sé de buena fuente lo que cuesta ganarlas. O mejor dicho, sé del sacrificio de los modestos atletas detrás de cada premio, de sus horas de trabajo en la construcción o en las fábricas, de cuántas posibles vidas de deportistas profesionales estuvieron condenadas para siempre, de cuánta resignación y a la vez cuánta valentía por seguir viviendo y representarlo al pueblo al punto de traerle esas reliquias. Como las manzanas doradas que Hércules robara del Jardín de las Hespérides y que, quien las comía, obtenía la inmortalidad. Y de alguna manera, los deportistas de Morrison y Etruria, Bell Ville y Marcos Juárez, Ballesteros y Cárcano, han traído a sus pueblos una gota de inmortalidad con forma de moneda, una pequeña hoja dorada del árbol eterno donde todas las hazañas están inscriptas; desde los trabajos de Hércules hasta un campeonato relámpago en Alto Alegre.

 

El trofeo otorgado a los campeones del fútbol de Etruria en el año 1923
El trofeo otorgado a los campeones del fútbol de Etruria en el año 1923

Héroes anónimos

Gustavo Cafaro es el actual secretario del Centro Filatélico. Y antes de empezar esta nota me aclara: “La medallística no es mi especialidad y menos la de los pueblos. Pero si querés que hablemos de las pocas que tengo y que tanto te gustaron, no hay problema”. Le digo que sí, que me encantaría, dado que es tan difícil encontrar alguien que se especialice en este rubro. Y que acaso la docena que vi en su álbum me haya inspirado a empezar una investigación. Así que repaso las más bellas: un cuarto premio de tiro organizado por el Club Bell de Bell Ville en 1921 (la pieza es de cobre y en el anverso tiene el motivo griego de un lanzador de disco). La de un campeonato de fútbol de Etruria el 20 de septiembre de 1923, día de los italianos (rareza absoluta, ya que la pieza es de plata y fue acuñada por el rosarino Constante Rossi, uno de los mejores orfebres del país). Una de pelota a paleta del Boxing Club de Morrison, 1933 (de alpaca, lleva grabada el nombre del premiado; N. Galaverna). Una del Polígono Coronel Lara de Marcos Juárez (de cobre y sin fecha), un premio de automovilismo en Coronel Baigorria (aleación sin fecha) y entre las villamarienses, una de fútbol donada por Cycles Mundo en 1972.

“Como verás, son todas medallas antiguas. Ya casi no hay nuevas en los pueblos. Eso es porque se está perdiendo la costumbre de entregarlas en los campeonatos. Ahora dan trofeo o incluso dinero, como en las bochas -comenta Gustavo-. Sin embargo, a nivel mundial la medalla olímpica sigue teniendo un valor simbólico asombroso”.

-¿En Villa María también hay falta de medallas en torneos?

-No tanto. He visto muy buenas medallas en AFUCO. También en algunas escuelas a los recibidos hace 50 años y a los mejores promedios. Y en el municipio, que entrega a los empleados de 25 años de labor. Pero es evidente que antes había muchas más.

-¿Cómo hace un coleccionista para conseguir medallas?

-Primero que nada, de boca en boca, cuando te dicen “fulano de tal tiene”. Luego en las agrupaciones, como el Centro Filatélico, que te proporciona los contactos. También en las compraventas. Y por supuesto por Internet, donde en una página española encontrás alguien en Suiza que tiene una medalla villamariense. Es muy loco, pero esas cosas pasan todo el tiempo.

-¿Es común ver medallas de los pueblos en Internet?

-No mucho, pero las hay. El tema es que nadie colecciona los pueblos, sino que lo hacen por temas; como personalidades, ferrocarriles, artistas, efemérides… Es muy raro, por no decir imposible, que alguien te diga “colecciono medallas de Etruria”. Es una lástima porque en los pueblos no se han acuñado muchas y consiguiendo 30 ó 40 quizás ya las tenés a todas…

Medalla entregada por Cycles Mundo en mayo de 1972 en un torneo de fútbol en Villa María
Medalla entregada por Cycles Mundo en mayo de 1972 en un torneo de fútbol en Villa María

-Nada que ver con Villa María, donde según don Carlos Martín se acuñaron más de 300…

-Carlos fue un estudioso y catalogó muchísimas que, de no haber sido por él, nunca hubiéramos sabido que existían. Tal vez en los pueblos, un estudioso como Carlos podría conseguir más de las 30 ó 40 que estimativamente uno se imagina.

-¿Buscaste especialmente las medallas deportivas de los pueblos que tenés?

-No, las conseguí con otras o a veces me las ofrecían y yo no las desechaba. Digamos que se fueron juntando de a poquito, porque conseguir armar cualquier colección es siempre un trabajo de hormiga. Tal vez algún día tenga suficientes como para organizar algo más importante. Para realizar una colección así habría que hablar con la gente mayor de los pueblos, no sólo para conseguirlas, sino para conocer la historia de cada localidad.

-¿La medallística no es muy popular entre los más jóvenes?

-No, pero sin embargo gusta. Yo conozco chicos en el Centro Filatélico que me dicen “tengo estas medallas, las cuido y no las vendo”. Pero, a su vez, no hacen crecer esa colección. Hace poco, uno me mostró una medalla de fútbol en cuyo anverso figuraba la leyenda “13º aniversario de Alumni; 4 de abril del 47”. Pero no hubo forma de que me la quisiera vender.

-Si hoy en Villa María se conservara la costumbre de imprimir medallas, tendríamos muchas más de las que contó Martín…

-¡Totalmente! Pensá en todas las obras que se inauguraron, en todas las fechas importantes, aniversarios de colegios e incluso de comercios que antes merecían una medalla… Hace unos años, los clubes y comercios que cumplían 25 ó 50 años imprimían una medalla o hacían un llavero. Yo tengo un llavero por los 60 años de Casa Seppey. Es una pieza muy preciada para mí. Este año, el Club Náutico cumple 50 años. ¡Y espero que impriman una!

-¿Lo más común en los pueblos son las preseas deportivas?

-Sí. Luego están las religiosas y al final, las institucionales. Por ahí te encontrás con rarezas, como la que consiguió hace poco mi amigo Germán Bicego y la donó a la Casa Sobral. Era de un mitin radical que se había realizado en Ballesteros. Y si bien no salía el año, el reverso decía “Subcomité 31 de marzo, Unión Cívica Radical, Ballesteros. Adelante los que quedan”.

-¿Y los metales de los pueblos?

-El metal más común es el bronce y el cobre y también alguna aleación. Pero si son muy viejas, pueden ser de alpaca o de plata, como esa que te mostré de Etruria. También hay algunas de oro, pero son muy raras y escasas.

Sin embargo, para la gente de los pueblos todas las medallas son de oro, me digo. Como las que se cuelgan los atletas en los juegos olímpicos o como las manzanas del Jardín de las Hespérides que Hércules robó alguna vez. Porque para ellos, esas pequeñas piezas de metal son parte de la eternidad, los laureles que supieron conseguir y le robaron para siempre a los jardines del olvido.

 

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