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Nana: La historia con mi gata

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Nana: La historia con mi gata

Para Lautaro fue una “casualidad” y para su nueva mascota “una esperanza”

Escribe: Lautaro Farías

Mi historia comienza cuando tenía 13 años aproximadamente, en una noche de verano, lluviosa. Volvía de tomar un helado con un amigo, aproximadamente eran las 22 cuando a metros de donde íbamos caminando se oye un maullido, pequeño y debilitado. Lo busque por todos lados intentando dar con el felino, mientras mi amigo me apuraba para irnos ya que se estaba por largar a llover.

Finalmente y luego de tanta búsqueda di con él en el umbral de una puerta a oscuras, la cual estaba en un pasillo. Era una pequeña gata, de 2 meses aproximadamente, de pelaje blanco con manchas marrones y negras, que me miraba y maullaba sin miedo, como queriendo que la llevara. Me arriesgué a levantarla, no sin sentir que la estaba robando, quizás porque en realidad esa era su casa y se la estaba quitando a sus dueños, pero me arriesgué a llevarla igual, con un poco de miedo, pero con la esperanza de que mi madre me dejaría tenerlo(cabe destacar que ya tenía dos perros y un gato más que había rescatado ocho meses antes y si llevaba otro mi mamá me mataba).

Cuando llegué, discutimos un rato con ella, mientras una de mis perras se le acercaba a la gata para olerla. Finalmente, logré convencerla y acordé que se iba a llamar Nana. Ella se logró adaptar en cuestión de días, salvo por una de las perras más grandes, la cual mordió a Nana en reiteradas veces, y el gato que había rescatado meses atrás llamado Gaturro.

La relación con este gato fue muy corta, ya que a los tres meses desapareció misteriosamente, supusimos que fue por celos, ya que no permitía que le diéramos cariño a la gata.

Volviendo a Nana, ella fue muy leal. Los días que estuve mal por la desaparición de Gaturro ella se acercaba a mí, acostándose a mi lado, acompañándome siempre. Ella desde el primer día se mostró agradecida por haberla salvado.

Me pregunto que habría pasado si no la hubiera rescatado. Tal vez habrían abierto la puerta donde estaba para sacarla de ese miedo que ella tenía y habría dormido en alguna cama con sus dueños o en un rincón, o tal vez hubiera muerto en las garras de un perro.

Hoy en día tengo dos gatos mas llamados Tosti y Manchas que ella me regaló, de los que ahora está celosa porque ella es la que manda en la casa, incluso si no le hacen caso los agrede y los tortura.

Unas de las características de ella es que me pide todas las noches antes de acostarme que le de agua del baño, lleva animales como pájaros a mi casa y a la casa de mi abuela y los deposita bajo la cama en forma de ofrenda y siempre que quiere que la acaricie se acuesta a mi lado maullándome y pasa su cabeza por mis manos.

Tenemos un lazo muy especial que nos une y esperamos que siempre siga así. La queremos mucho y definitivamente ya es parte de la familia.

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