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No pudo ver el Bosque

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No pudo ver el Bosque

FEDERAL C – Región Córdoba – 8vos. de final – Ida

Argentino confundió los caminos, empató 1-1 y fue víctima de sus erróneas decisiones ante 9 de Julio de Morteros, con nueve jugadores. En una falla defensiva, el Lobo sufrió un golazo y perdió el rumbo

Escribe Beto Arce

Desorientado, en busca de explicaciones, sin la capacidad de cerrar un partido que pintaba para florearse… En fútbol cualquier historia tiene lugar y puede suceder, incluso contra todos los pronósticos. Argentino tuvo un gran primer tiempo frente a 9 de Julio de Morteros pero no fue suficiente en el inicio de los octavos de final del Federal C. Igualó 1-1, terminó con 10 y no supo encontrarle la vuelta a un rival que jugó el último tramo con nueve futbolistas y llegó a la paridad producto de una desafortunada acción que derivó en un golazo.

El Lobo gestó una cantidad innumerables de situaciones para cerrar el encuentro de ida ante el “celeste”. Con el tridente Díaz-Páez-Fuente, sirvió la mesa para que toda la noche hubiese opciones en la cena del domingo y dejó en claro que creatividad no falta, aunque sea preciso “mojar” para festejar. Masticará bronca esta semana, y no es para menos, se le escapó una posibilidad inmejorable por méritos propios, en todo sentido.

Arrancó con todo. Un terrible fierrazo de zurda del Lana Díaz (2m) impactó en el poste tras una buena elaboración colectiva; pudo ser de Jacobi tras un córner que encontró bien parado a Torres (3m); punteó a medias Fuente un buen centro de Páez en la puerta del área (16m); Galíndez la “pinchó” ante la salida del portero y Moretti salvó en la línea (26m). Faltaba el premio, y llegaría por insistencia y convicción: Díaz observó que Gonzalo Ñáñez marcó la diagonal y con un exquisito pase de zurda sobró a los centrales dejándolo de espaldas a Torres. El volante cabeceó perfectamente por encima y transformó su intervención en un estupendo tanto. El hombre de los goles importantes, volvió a aparecer cuando su equipo más lo necesitaba (1-0 a los 29m).

Argentino juega bien y nunca renuncia a su libreto. Siempre tendrá más posibilidades si piensa en ganar, eso está más que claro. Siguió empujando, mostró los dientes cuando la situación se puso tensa y bancó con la pelota dominada el paso de los minutos. Otras dos opciones tuvo Páez antes del cierre: un elevado disparo y un tibio remate ante la salida del portero. Era mucho más, el fútbol de Argentino contagiaba, y las ganas de goles sobraban en las tribunas. Si hasta el exintendente Accastello dijo presente en la popular, convencido de que el tiki tiki del Nicolás Avellaneda era una gran propuesta de domingo.

El inicio del complemento mostró los mismos esquemas, hasta que en el minuto 10 todo se desmoronó como un castillo de naipes. Un error de cálculos de Jacobi le dejó una cómoda posición a Sánchez, que en la puerta de la medialuna ensayó un remate por encima Ronco que se transformó en un golazo y un puñal a la ilusión de una noche perfecta.

El bajón se prolongó cuando Jacobi pisoteó a Bertonasco y vio la roja a los 18 minutos. Panorama negro, que no pasó a mayores de casualidad (un asistente del banco del Lobo ingresó al campo y le pegó una patada al árbitro Ramos). Levantó el brazo desmedidamente Moretti sobre el rostro de Páez corriendo la misma suerte y dejando la historia 10 contra 10. Se “pasó de rosca” Yozwiak metiéndole un codazo a Rojas, dejando el tablero 10 y 9. Parecían tarjetas de un juez de boxeo, todos pegaban, todos metían, nadie arrugaba, y la pelota, olvidada, maltratada, casi sin memoria después de un primer tiempo enamorado.

Se le acabaron las ideas, los pelotazos llovieron y el fútbol le quedó lejos… Es siempre preferible jugar a ganar para tener chances de que así sea, pero es necesario también cerrar partidos para que los resultados acompañen la intención o la filosofía. Queda un encuentro más y aunque Morteros defina en casa, dio señales de que no está ni cerca del fútbol de Argentino, que pagó carísimo un instante de bajón anímico. El Lobo se nubló y no pudo ver el Bosque…

 

La figura

Franco Ñáñez. Volvió a ser fundamental en el reparto, traslado, quite y empuje de su equipo. Los mejores momentos de fútbol se gestaron desde su sector con la idea de profundizar tocando el balón. Siempre está y nunca se borra, incluso en los peores pasajes, donde la tensión bloqueó a casi a todos.

 

El árbitro

Matías Ramos. No definió el criterio de juego brusco y volaron por el aire tres rojas, aunque podrían haber sido más. Dejó pegar varias fuertes, los jugadores no ayudaron demasiado y verdaderamente la tuvo “fulera”. Tras la expulsión de Jacobi, un asistente del banco local ingresó y le pegó una patada al juez, acción que podría tener graves consecuencias, según el informe.

 

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