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Por las que ya no están

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Por las que ya no están

Cobertura periodística de femicidios en la década del 40

Entre los carteles que pudieron verse en las marchas que protagonizaron las mujeres el pasado 8 de marzo, había uno que decía que también marchaban por las que no están, es decir por aquellas que fueron asesinadas. De manera desgraciada todos los días leemos noticias de nuevos femicidios en nuestro país. Es decir mujeres que son asesinadas por ser tales. Este tipo de crímenes recorren la historia de la sociedad, también la de Villa María y zona. Si bien no existen muchos antecedentes de trabajos al respecto, considero de importancia iniciar el estudio de la temática. Desde esta columna buscamos coberturas periodísticas de femicidios ocurridos en la ciudad y región.

Femicidio en Villa María- Gabriela Carmen

A estos crímenes, Eugenio Zaffaroni, los define como “homicidios con base motivacional machista”. El avance de los planteos provenientes de los feminismos han logrado correr el velo de ese machismo subordinante que posee raíces tan profundas en nuestra cultura. De allí lo radical de los planteos que pretenden terminar con el sometimiento de la mitad de la humanidad.

Según bien plantea el referido jurista, los femicidios “tienen en común que la resistencia de la mujer a continuar o iniciar una relación o a prestarse a un acto sexual, decide al “macho” (herido en su “hombría”) a dar muerte a ella o a un tercero por venganza. En la mente del criminal femicida domina la convicción de que la mujer no tiene derecho a resistirse a la voluntad del “alfa”.

Recorriendo la prensa escrita de los años ´40, encontramos varios femicidios que, generalmente, entonces eran catalogados como “crímenes pasionales”. De todos los casos, seleccionamos dos que representan el tratamiento habitual de este tipos de hechos. Así tenemos que en el año 1947 la prensa local informó acerca de uno de los tantos femicidios ocurridos en Villa María. La víctima fue Gabriela Carmen, que vivía en el 927 de la calle Brasil, brutalmente asesinada por su marido quien la golpeó y le disparó un tiro en la cabeza. La crónica periodística señala que fue “conducida rápidamente a la Asistencia Pública” agregando que “la señora en los cinco minutos de vida alcanzó a decir que el marido la había herido y pedía por favor que recojan a sus dos hijitos de 2 y 3 años”. Una situación terriblemente dolorosa.

Revisando la cobertura otorgada al crimen nos encontramos con un gran, y sorprendente,  título periodístico publicado el sábado 22 de marzo de 1947, en la portada del diario local “Tercero Abajo”. El mismo revela las concepciones manejadas entonces. La letra de molde dice: “Un hombre bueno cometió un crimen bárbaro. Mató a su señora de un balazo”. Es decir que a pesar de anunciar el crimen cometido, la figura del hombre no es despegada del concepto de “bueno”. En tanto que la mujer, aunque es la víctima, no deja de ser señalada como perteneciente al varón: “su señora”. Es más, debe señalarse que en toda la nota no aparece su apellido sino que la única vez que la nombra se lo hace como “Gabriela Carmen de Trucco”. Una visión de la mujer  como subordinada al hombre.

En el inicio del artículo se repasan los motivos por los cuales el asesino es considerado “hombre bueno”. En primer término se apela a la tradición y la laboriosidad de su familia. Es así que se dice “Antonio Trucco, argentino de 30 años, pertenece a una vieja familia de nuestro medio, son comerciantes y empleados esta familia es y lo ha sido siempre de trabajo cuya conducta fue de indudable honestidad”. Luego el cronista señala que el “doloroso crimen cometido… llama poderosamente la atención…” y lo adjudica a “los celos hijos de tantas barbaridades”. Más adelante describe aquello que, a su entender, generan los mismos: “Simplemente por creer ya piensan en el drama pasional y olvidan que el creer es duda y que mientras la duda no tenga viso de verdad, nada puede alterar el ánimo de una persona”. Según el periodista, que asume la visión de la época, si la duda es a partir de una verdad estaría todo bien. Es decir que, según el artículo, de haber sido verdad aquello que sospechaba el marido asesino, ¿las golpizas o quizás el propio asesinato estarían justificados? El interrogante queda  flotando y toma mayor fuerza cuando en la nota se lee que se le preguntó a los vecinos para conocer si era cierta la sospecha del criminal. Por ello puede leerse que el marido “…un día empezó a celar a su señora con el ‘galán desconocido’ (sic), por lo que los vecinos afirman que jamás vieron a esta señora dar un paso que no fuese el correcto y afirman que ni cuando iba al mercado o la feria hablaba con hombre alguno”. Imaginemos el drama de esta mujer que ni podía hablar con quien quisiera cuando iba de compras. Acerca de esa falta de libertad no se dice nada, quedando como algo natural. Sí se comenta que el hombre le daba “sendas palizas a su esposa”, pero sin extenderse mucho en el particular.

Por otra parte se señalan las virtudes de la mujer diciendo que “era una dignísima señora, noble y pura en su hogar que solo vivía para sus dos hijitos y la atención de su marido, y aunque joven con solo 25 años  era una verdadera dueña de hogar”. Claramente se habla de una visión de la mujer confinada a su casa, sin libertades.

Femicidio en Marcos Juárez – Teresa Pou

Recorriendo las publicaciones de la época encontramos otro artículo de “Tercero Abajo” que refleja la forma de cobertura de este tipo de casos. Es así que el sábado 10 de julio de 1948 se titula “prisión perpetua por matar a su esposa”. Se trata de un caso desarrollado en la ciudad de Marcos Juárez. Desde el inicio de la nota se dice que la mujer “Teresa Pou de Plá, luego de 18 años de vida matrimonial, abandonó su hogar, dejando una hijita de 11 años”. Si bien aquí se escribe el apellido de la mujer, aunque junto al de su esposo, debe señalarse que se la presenta como quien “abandonó” aquello que se considera, desde la concepción machista, como propio de la mujer: el hogar y el cuidado de la hija. Nada se pregunta el cronista acerca del drama que podría haber vivido esa mujer en su casa y mucho menos se observa que la hija quedaba en manos del padre. Equivocadamente se plantea  el ser mujer a partir de la maternidad y la subordinación al hombre.

También en este caso se pone en el centro la fidelidad de la mujer a su asesino. Allí se busca la justificación del crimen y se termina analizando la conducta de la víctima. La crónica dice que “durante el debate en la audiencia pública, fue puesta duramente en tela de juicio la honestidad de la señora Pou de Plá, pero el tribunal por unanimidad reconoció la honestidad de esta señora y atribuyó su separación a celos infundados y al carácter impulsivo de Juan Plá quien diera muerte a su señora de cuatro tiros en una de las calles de aquella ciudad”. No hay que ser muy imaginativo para entender que el “carácter impulsivo” no es más que un eufemismo para referirse al comportamiento violento del marido quien seguramente golpearía a la señora, hasta que ésta un día quiso ponerle fin a la situación por lo cual debió marcharse de su casa. El hombre que la consideraba su propiedad, la buscó y le asestó los cuatro tiros que terminaron con la vida de Teresa.

El artículo informa que a la hora de pedir la condena el fiscal interviniente, Dr. Moyano López, solicitó prisión perpetua. Cuestión que fue confirmada en el fallo judicial aunque el abogado defensor consideró que se trataba de una resolución apelable ante el superior tribunal de Córdoba”.

Repasar estas publicaciones, con la distancia de 70 años, quizás ayude a llamar la atención en relación a trabajar desde la historia local la temática para sumar al cuestionamiento del machismo que debemos erradicar.

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