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Río Cuarto dio una mano por el bebé que sigue en terapia

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Río Cuarto dio una mano por el bebé que sigue en terapia
La foto de Micaela junto a Lázaro que difundió la Municipalidad cuando le entregaron el programa Qunita, previo al fallecimiento de la joven mamá

Lázaro Yutiel, cuya mamá falleció por una infección, está internado en la ciudad del sur. Su abuelo y su familia pasaron de alimentarse sólo de mates a recibir ayuda permanente, en 40 días de espera 

 

La foto de Micaela junto a Lázaro que difundió la Municipalidad cuando le entregaron el programa Qunita, previo al fallecimiento de la joven mamá
La foto de Micaela junto a Lázaro que difundió la Municipalidad cuando le entregaron el programa Qunita, previo al fallecimiento de la joven mamá

Ramón Giménez y su familia se alimentaban sólo con mate. En el segundo piso de la Neo Clínica de Río Cuarto, la espera siempre se hace larga, tanto como la angustia por el futuro incierto.

Hace 40 días, Ramón entendió que vivir con ese sufrimiento era la consecuencia de un dolor más grande. Había perdido a su hija Micaela, de 23 años, quien fue noticia por ser la primera villanovense en recibir el kit del programa nacional Qunita y, poco después de dar a luz, falleció en el Hospital Pasteur, supuestamente, producto de una infección.

El bebé, Lázaro Yutiel, debió ser trasladado rápidamente a Río Cuarto y allí, en la Neo, la familia Giménez está desde la primera hora.

Ramón, un hombre humilde, dejó el trabajo, se quedó al lado de su señora y durmió en el banco de los pasillos de la clínica durante mucho tiempo.

Junto a Micaela y su hermano, todos vivían en una precaria vivienda de calle Almirante Brown 722 de Villa Nueva, donde el agua de lluvia se filtraba por el techo de chapa, mientras enfrente trataban de construir una casa.

“Cuando salga de todo esto, buscaré otro trabajo, ahora no me queda otra que estar con mi señora, acompañando al bebé”, dice Ramón por teléfono, cuando EL DIARIO lo consulta sobre su situación y, por supuesto, la de Lázaro.

“Esto es el día a día; el bebé tiene dos drenajes puestos y sigue en terapia; su estado no deja de ser delicado, pero acá lo cuidan siempre”, remarca el abuelo.

 

Todos detrás

El caso de Micaela y su hijo fue tapa de diarios y comentario de varios medios en la ciudad. De hecho, hubo diversas versiones sobre las causas de la muerte de la joven mamá, las que no fueron constatadas, pero que derivaron incluso en una denuncia pública de su familia por mala praxis.

En ese contexto, la comunidad de Villa Nueva alcanzó a ayudar un poco, gracias a una vecina de Ramón, que viajó a Río Cuarto con 500 pesos.

Sin embargo, en el “Imperio del Sur”, la información sobre la historia de Lázaro se desató dos semanas después y causó conmoción.

Por las redes sociales y algunas radios, los riocuartenses empezaron a preocuparse.

A los 15 días del traslado del bebé, una joven escribió por Facebook lo siguiente: “Amigos de Río Cuarto, en la Neo Clínica hay un bebé llamado Lázaro, su mamá falleció en el parto, sus abuelos son los que se están haciendo cargo y necesitan una mano con lo que sea para mantenerlo (ahora estarían necesitando ayuda económica para traslados y para tratamientos de Lázaro, y todo lo que eso implica). Ellos están en el segundo piso y viven de los mates que toman… Son de Villa María (sic) y viven sólo de pequeños trabajos que hacen!”.

El mensaje se viralizó, tocó profundamente a los corazones solidarios y las manos no tardaron en llegar.

 

“Colapsados”

Cuando EL DIARIO le preguntó a Ramón si necesitaba una mayor ayuda por estos momentos, el abuelo de Lázaro fue claro, aunque con un toque lógico de emoción: “Acá estamos colapsados de ayuda; es increíble lo que hizo esta ciudad por nosotros”.

“De un día para el otro, la gente empezó a caer con mercadería y pañales; después nos contaron que las redes sociales y todos los medios fueron importantes”, agregó.

Entre tanta solidaridad, hubo quienes le consiguieron a Ramón un lugar para dormir cerca de la clínica y quienes, con humildad, ofrecieron rezos y lo poco que podían tener.

“Vinieron chiquitos con sus ahorros y decían que querían ayudar a Lázaro; la verdad, no tengo más palabras de agradecimiento”, expresó Ramón.

Así, la espera se hizo más llevadera y menos traumática, más allá que Giménez no quiso decir que le faltará dinero para el traslado y todo lo que significará el futuro inmediato del bebé.

“La gente acá nos ayuda”, dijo el abuelo. “Y cuando salgamos de todo esto y vuelva a Villa Nueva, veré qué hago, por ahora sólo puede trabajar mi hijo”, agregó. Mientras, los tiempos de la incertidumbre no terminan.

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