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Soportar el dolor ayudando a los demás

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Soportar el dolor ayudando a los demás

Renacer conmemoró sus 24 años de labor en Villa María

El momento de la simbólica suelta de palomas

La filial local del grupo de autoayuda Renacer conmemoró sus primeros 24 años de existencia.

Con tal motivo la entidad que reúne a padres que han perdido a sus hijos realizó un acto en el escenario Rubén Vanzetti, ubicado a orillas del Balneario municipal, en horas del mediodía de ayer.

Allí se dieron cita un centenar de personas llegadas desde nuestra ciudad y de otras poblaciones de la provincia, así como de Mendoza y Santa Fe. En primer lugar, actuó el Coro de Señas de Villa María, que interpretó dos temas (“Amarte por mil años” y “Resistiré”).

Luego hubo una suelta de palomas y de globos con mensajes, tras lo cual fueron invitados a hablar al grupo varios padres, quienes en general reconocieron la importancia de Renacer para sobrellevar las circunstancias de “la más grande adversidad que puede soportar un ser humano”. “Juntos las tristezas son compartidas”, explicaron.

Entre los padres que dieron su mensaje a los presentes se contó a Oscar Delfino, de la localidad de Alejandro, quien destacó que “Renacer es el único lugar donde todos nos entendemos” y que “es una demostración de que se puede volver a vivir tras la pérdida de un hijo”.

También pronunció su palabra de aliento Aldo Ponce, de Río Cuarto, quien recordó su experiencia diciendo que pudo “dejar de llorar cuando ayudé a otras personas”. “El recuerdo de mi hijo no es un peso para mí, sino un orgullo”, remarcó.

A continuación reconoció que “me hubiera gustado disfrutarlo más, tenerlo más en brazos y ver menos televisión”. “Por eso -añadió- ahora trato de brindarle más tiempo a las personas que me rodean”.

A su turno, Bélquiz de Forconi, quien junto a su esposo fundaron Renacer en nuestra ciudad, afirmó que “Renacer es un arco para apuntar siempre hacia para arriba y lejos”, a la vez que resaltó como “muy importante la asistencia a las reuniones del grupo”.

Cabe mencionar que entre el 30 de noviembre y el 2 de diciembre de este año, todos los grupos Renacer del mundo han sido invitados a participar del encuentro que tendrá lugar en Huerta Grande.

La entidad nació en Río Cuarto en la década del ochenta y tuvo un crecimiento vertiginoso. “De este crecimiento hemos sido responsables todos nosotros, en mayor o menor medida, debido, fundamentalmente, a la actitud con la que  hemos afrontado un destino adverso, demostrando así a nuestras familias, a nuestros amigos, a nosotros mismos y a la sociedad entera que es posible sufrir con dignidad y, a partir de Renacer, levantarnos por sobre nuestro dolor para ayudar a un hermano que sufre. Renacer ha crecido de esta manera tan explosiva, no por la difusión periodística que cada uno haya podido darle, tampoco por un azar del destino o una circunstancia fortuita, sino que lo ha hecho por tener un mensaje tan poderoso que ha roto barreras sociales, culturales y geográficas. Mensaje del cual todos nosotros, aun sin darnos cuenta, hemos sido y somos portadores, pero que al mismo tiempo, y por el hecho de ser portadores de ese mensaje que nuestros hijos nos han dejado, nos añade una responsabilidad extra en nuestras vidas, cual es la de llevarlo con dignidad y honestidad”.

“Este mensaje no es, a su vez, un mensaje común. En él está el recuerdo y la memoria de nuestros hijos, esa memoria colectiva que los padres que hemos perdido hijos estamos ayudando a formar. Memoria que, a diferencia de muchas otras, no es de dolor, frustración o memoria en “contra de”, sino que es memoria de amor, memoria que se construye y se levanta a favor de la vida, dando cuenta así de lo más noble del ser humano: su dimensión espiritual -Goethe decía: la vida es amor, la vida de la vida es espíritu- pero además, en este mensaje está implícita la esencia de Renacer, es decir aquello que hace que Renacer sea como es y sin lo cual no podría ser Renacer”.

“El sufrimiento no es una enfermedad. Cuando iniciamos Renacer, lo hicimos con el firme convencimiento de que el sufrimiento no era, ni lo será jamás, una enfermedad, sino una situación existencial, más aún, es una condición existencial del ser humano. Esto que parece ser una verdad de Perogrullo adquirió su verdadera dimensión al cotejar nuestra experiencia, ya pasado algún tiempo, con la de otros grupos de autoayuda”, afirmó.

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