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Un espacio cultural menos

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Un espacio cultural menos

El reconocido local de esparcimiento, que funcionó desde 2010 en bulevar Vélez Sarsfield y luego en el corazón del barrio Ameghino, bajó sus persianas en enero cerrando una etapa de más de siete años en nuestra ciudad. El propietario explicó que la decisión estuvo motivada por la baja de clientes y a la vez porque el bar había cumplido un ciclo en esa ubicación. Meses atrás también cerraba el bar de una tradicional librería en calle Mendoza y Mitre


Escribe: José Glanzmann
ESPECIAL PARA EL DIARIO

Quizás se hubiera merecido alguna copa al aire levantada por Joaquín Sabina, días atrás, cuando visitara la ciudad para actuar en el Festival de Peñas. Una última postal de su frente con puertas y ventanas pintadas de rojo con los pizarrones anunciando algún show o el acto de presencia del autor del tema que dio nombre al reducto habría cerrado el ciclo de una manera antológica. Pero ya era tarde. En enero ya se veían algunos albañiles tirando maderas, retocando paredes; no eran remodelaciones, sino marcas de un cambio, Peor para el Sol ya no existe como ese bar que contuvo milongas, recitales, cierres de talleres literarios, ciclos de cine o encuentros de divagadores trasnochados. O como el espacio donde naciera el café literario Mentiras que Valen la Pena, gestado por Griselda Rulfo y Lola Massetti.

Para conocer el trasfondo de esta determinación, su recorrido, las vivencias y la historia del lugar conversamos con José Luis Auce, su gestor y propietario.

-¿Cómo fue la decisión de cerrar el bar? ¿Qué los llevó a tomar esta determinación?

-La decisión fue dura, pero lo que paso es que desde 2015 ya estaba muy tranquilo el consumo en el bar y a la vez se vencía el contrato. Aún así, en el peor momento, decidí renovarlo porque creía que iba a remontar. Pero no, siguió paralizado, entonces se tomó la decisión por falta de trabajo. Ya no se podía pagar la moza que teníamos, se hacía todo muy cuesta arriba.

Y respecto a los eventos musicales, por política del bar, no cobrábamos entradas. Lo bancaba el que tocaba y el bar, ya que teníamos todos los instrumentos y el sonido.

Pero así y todo creo que también cumplimos un ciclo en ese espacio. En los últimos meses de Peor para el Sol se le cambió un poco la mirada, mi hija estaba ayudando y ofrecía viandas vegetarianas, con lo cual se activó un poco el movimiento, pero la decisión como que ya estaba tomada, en septiembre de 2016 lo había pensado de manera terminante.

Hacia el futuro, más allá de este parate, José se plantea como posibilidad instalarse en algún espacio dentro de los cuatro bulevares para buscar mayor visibilidad entre los locales del rubro.

 

Copa en alto de José Luis Auce, su gestor y propietario

Contexto complicado

José intentó poner en situación más amplia este cierre: “Si te ponés a analizar más en general, el año pasado cerraron unos cuantos bares tradicionales de la ciudad, el Tercer Tiempo de la esquina céntrica, otro en la calle Rioja y Bulevar España, el Rockandrolla, y así, más el tema inflacionario y el ánimo de muchas personas, se puso complicado”.

-El nacimiento y los primeros meses del bar tuvieron asentamiento en el Vélez Sarsfield. ¿Con qué propuesta nació Peor para el Sol en aquella época?

-La idea estaba en la cabeza mía hace muchos años atrás, antes de que lo pusiera. Yo venía de Córdoba capital, y allá armar un espacio como Peor demandaba mucho dinero, aparte no había casas como las que pensábamos.

En Villa María encontramos esa casa de dos pisos en Vélez Sarsfield al 600, donde en la cocina, ubicada en el primer piso, se tocaba música. La idea fue hacerlo temático, con ciclos de cine, música en vivo y café literario. La particularidad que tenía era que había varios ambientes, por ejemplo, en la parte de atrás en un pequeño patio había un pool y una fonola que generaba atracción entre los clientes habitués.

 

Uno de los tantos visitantes de lujo que tuvo el espacio: el hijo del Polaco Goyeneche

El cambio al barrio Ameghino

Luego vino el traspaso a calle Maipú, en el corazón del barrio Ameghino, allí de donde provenían muchos de sus primeros clientes amigos. Desde el año 2012 se asentaron en la nueva ubicación.

“Los primeros tres años trabajamos muy bien en este sector. Hubo eventos de tango con clases y talleres, desde diseño de moda a artesanías. Hubo sábados en que el bar se transformaba en un taller de diseño con personas que traían sus máquinas de coser y bordar, para participar en los talleres.           

También desarrollamos el ciclo de cine, que se realizaba una vez por semana con películas argentinas, de debate político, entre otros temas. Hicimos un ciclo dedicado al realizador local Sergio Stocchero, o con videos de Fito Páez, entre tantos otros.

-El bar logró instalarse en el imaginario de la ciudad, ¿vos dirías como un espacio de reunión entre colegas, como reducto para los músicos o cómo lo clasificarías?

-La idea de movida era que el bar fuese un lugar de encuentro, pero en donde el que visitara el lugar tomara pertenencia, para esto le buscábamos “el clima” de estar, pasando música no tan comercial. La idea era que el que entrase a Peor… pudiese ser él. Por ejemplo, a la madrugada, cuando muchos bares estaban cerrados, nuestro bar estaba abierto y allí se encontraban muchas personalidades de diferentes funciones, el poeta trasnochado, los músicos, el bohemio o algún ser perdido en su rumbo.

Había parejas, por ejemplo, que me dijeron: “Pasamos 20 veces por acá, pero no nos animamos a entrar porque no tenía vidrieras, no sabemos qué pasa ahí adentro”. Un poco era como el “bar del infierno” de Dolina, donde toda la vida transcurre dentro del reducto.

También hubo algunos prejuicios respecto a que el lugar era selectivo o elitista, al tener bibliotecas, pero no fue así, porque iban desde familias a cenar hasta músicos bohemios que andaban de paso por la ciudad.

-En el último año recuerdo que lo visité un par de noches y me encontraba con parejas bailando tangos, casi unas minimilongas, lo que me pareció algo curioso, ¿se le fue buscando ese tinte al bar?

-El tango también estuvo muy ligado a los últimos años de la movida del bar, a las milongas, o las clases que brindaba Silvia Roggia durante dos años. Nos otorgó buena repercusión entre los amantes del género, y alguna que otra crítica.

Algunos porteños que pasaban y vivían en la ciudad me decían que Peor… se había vuelto muy tanguero, pero se fue dando medio de casualidad. Igualmente hubo muchos músicos y estudiantes del Conservatorio o la carrera de Música de la Universidad, de diferentes géneros musicales.

 

La radio todavía sigue mediante streaming en www.peorparaelsol.com.ar y en la plataforma de Tunein

El último “toque” de una banda

El pasado 18 de diciembre se produjo el último toque de músicos en vivo, con Sebastián Picatto (líder de la banda Crudo), quien comandó un recital con amigos colegas de la ciudad. Luego se concretó un evento de tango, pero ya sin la presencia de músicos tocando in situ.

-Contame acerca del proyecto paralelo que llevaste a cabo de la radio online.

La radio la armé hace unos dos años, todavía sigue mediante streaming en www.peorparaelsol.com.ar y en la plataforma de Tunein. Surgió en el peor momento económico del bar, cuando invertimos en algunos equipos como consola de radio y nos permitió transmitir en vivo la mayoría de los eventos que había en nuestro espacio. Además llegó a haber cinco programas de radio, y ahora sólo estamos pasando música porque nos estamos acomodando, con un poco de todos los géneros, pero evitando lo más comercial.

Para esto contamos con la colaboración de algunos chicos de la UNVM como Héctor Segundo en filmaciones y fotografías, entre otros.

 

Vida nocturna y controles municipales

Los bares temáticos culturales se asientan en gran parte, podemos decir, en usos y costumbres de los ciudadanos locales y los potenciales visitantes. Igualmente, es fundamental el apoyo de los entes gubernamentales, su estímulo, un escenario de apertura hacia la diversificación de oferta nocturna recreativa, en el marco de controles y permisos.

En este sentido, el propietario del bar ubicado hasta enero en Maipú 145, esgrimió: “En 2009-2010 me parece que había un poco más de vida nocturna en la ciudad y después se fue apagando un poco, se puso muy comercial también. Comercial no sólo desde el punto de vista de los dueños de los bares, sino que se puso muy como “vidrioso”, los músicos se pusieron muy exigentes en algunas cuestiones”.

“También la Municipalidad, mediante el área de Habilitaciones, nos persiguió hasta ayer, en una ocasión nos clausuraron en nuestro primer local, aunque estuvo mal hecho el procedimiento. Fue una relación complicada”.

Breves apuntes sobre los bares temáticos

Para encuadrar el abanico de locales que integran en su oferta la posibilidad de sentarse a tomar algún aperitivo o infusión, con música y alguna lectura a mano, más eventos culturales periódicos, destacamos algunos casos.

Recientemente abrió sus instalaciones al público el café de la editorial de la UNVM (Eduvim) en el Parque de la Vida, donde se conjugan libros y opciones para amenizar la lectura con café. De igual manera, desde hace unos años, en el local de Esmeralda Café y Entretenimiento se conjugan opciones para compartir con el agregado de libros, revistas y música. Un lugar que sirvió además durante 2016 para el ciclo denominado “Tardes de arte” con artistas de diversas disciplinas interactuando con los clientes y el público en general.

Vale recordar también que Amélie fue uno de los primeros cafés con libros y revistas para compartir en un mismo espacio en la ciudad. Asimismo, el bar anexo a la librería LibreLibro, que contuviera presentaciones de obras literarias, charlas y talleres de escritura hasta fines de 2016, cuando cerró sus puertas al público.

O el mismo El Shamadi (luego Guadalajara Café) en bulevar Alvear, que fue mutando y sirvió también para talleres literarios como el “Letras ilustradas”, a cargo de Virginia Ventura.

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