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Un gran reencuentro que tardó más de tres décadas en concretarse

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Un gran reencuentro que tardó más de tres décadas en concretarse
La Promo 1987 del Instituto Inmaculada Concepción celebró anoche su reencuentro, con la presencia de la mayoría de sus integrantes, mientras todavía aguardaban a “los que están demorados por el conflicto de AOITA”

Exalumnos de la primaria del Instituto Inmaculada Concepción, de Villa Nueva

Anoche, el Club Rivadavia del barrio homónimo de esta ciudad fue sede de una cena en la que integrantes de la Promo 87 del Instituto Inmaculada Concepción de Villa Nueva disfrutaron de las anécdotas y el afecto imperecederos

 

“Se creó un grupo de WhatsApp hace poco y empezaron a aparecer cosas hermosas porque cada uno fue enviando las fotos que conservaba y atesoraba desde aquel tiempo”. Anoche se cristalizó el ansiado reencuentro.
En la foto, los “chicos” de séptimo “A”

Llegaron desde General Roca, en Río Negro; desde otras provincias de la geografía nacional y desde los puntos más diversos del territorio cordobés como Jesús María, Almafuerte, James Craik y la capital provincial,  por citar algunos, para dar el “presente”. Esta vez, al frente de la clase no estaba la señorita maestra, sino sus propios compañeros de entonces, de aquella primaria que terminaron en 1987 en el Instituto Inmaculada Concepción de Villa Nueva.

Son de aquellos
tiempos en los cuales la hermana Juana, como madre
superiora, se había transformado en una especie de institución dentro de la institución. En la foto, los “chicos” de
séptimo “B”

Algunos habían hecho hasta el jardín de infantes juntos en “Las Monjas”, como se le suele llamar al establecimiento educativo de calle Marcos Juárez… ¡Pero no se habían vuelto a ver más!

“Sí, algunos nos cruzamos de tanto en tanto por las calles de Villa María y Villa Nueva. Nos saludamos como con ganas de charlar y siempre fue quedando para la próxima. Y la próxima es hoy”, comentaba uno de aquellos egresados del 87, que hoy es papá por partida doble.

Por eso es que “se creó un grupo de WhatsApp hace poco y empezaron a aparecer cosas hermosas, porque cada uno fue enviando las fotos que conservaba y atesoraba desde  aquel tiempo”, explicaba otro.

Y esas fotografías de chiquilines con guardapolvo también hicieron aflorar recuerdos, muchos de los cuales  habían quedados almacenados en el olvido.

“Entre nosotros, que tenemos 44 años más o menos, ya hay quien es abuelo”, le confiaban al periodista de EL DIARIO los señores y las señoras de las cuatro décadas (y una yapa).

Se acordaban hasta de los rezos matinales del Rosario en la capilla del colegio.

Posaron para nuestro fotógrafo y se quedaron en el club de Bolívar y 25 de Mayo, disfrutando de las anécdotas que nunca mueren, de aquellas galerías interminables, del muchas veces inalcanzable cuadro de honor colgado en la pared del fondo del aula, del patio de tierra… en aquellos tiempos en los cuales la Hermana Juana, como Madre Superiora, se había transformado en una especie de institución dentro de la institución.

Estos son otros tiempos. De diálogo con los hijos en edad escolar, de trabajo para sostener a los afectos actuales y de no olvidar a las personas con las que compartieron “aquellos maravillosos años”.

Los dejamos chocando las copas, cruzando palabras,  abrazos de esos que abrasan.

Y… gracias por hacernos partícipes de tan hermosa fiesta.

El Diario

 

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