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“Borges es Messi y Cortázar es Maradona”

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“Borges es Messi y Cortázar es Maradona”
En una parte de su relato, Casciari aseguró que Messi fue su salvador

Escribe Juan José Coronell

 

El reconocido escritor y periodista argentino, residente en Barcelona, pasó por la “Docta” y mantuvo “un encuentro con las almas futboleras” en el que reflejó su amor por Lionel y Diego.

 

En una parte de su relato, Casciari aseguró que Messi fue su salvador
En una parte de su relato, Casciari aseguró que Messi fue su salvador

El jueves el escritor y periodista argentino Hernán Casciari, quien actualmente reside en Barcelona (España), estuvo en Córdoba encabezando su recital de cuentos “Gaussian Blur”. Pero previo a leer ante una colmada Sala de las Américas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), encabezó en la cancha de Belgrano el “Encuentro entre Hernán Casciari y las almas futboleras”. Allí hizo un repaso por sus mejores historias y apareció su amor por Lionel Messi, Diego Maradona, la escritura, el fútbol, nosotros.

Para aquellos que no lo conocen, cabe señalar que Casciari es el guionisa de la obra “Más respeto que soy tu madre”, de Antonio Gasalla.

El moderador fue Angel “Gringo” Ramia, quien lo presentó e hizo las veces de entrevistado. El mismo pudo resumir lo que nos pasa a muchos cuando leemos a Hernán. “Casciari llega a conmover en el sentido que genera algo. El tipo te hace parte por escribir cosas que le sucedieron a él”, confesó.

Entonces nos aferramos a eso porque hacer una nota sobre alguien que escribe muy bien es realmente complicado. Pero más aún, sobre alguien que escribe sobre la pasión número uno del país de una forma que se envidia. No sabemos si de manera sana.

 

“Messi me salvó la vida”

Para contar el cuento que le escribió al mejor jugador del mundo, que se llama “Messi es un perro” y fue escrito luego de ver un compilado de foules que le hacían a la “Pulga”, hizo una pequeña introducción. “Yo me fui a recibir un premio a París y me enamoré de una catalana. Allí me quedé a vivir en Barcelona. No me podía volver por falta de guita y allá no tenía contención, ya que estaba medio escondido por no tener los papeles. Cuando bajé de la meseta de enamorado, le empecé a dar sentido a cosas que parecían superhabituales. Por ejemplo, el mate. Cuando vivís afuera y sos el único que está con él en la plaza, te preguntas el porqué y, además, sobre cosas más profundas. Una es el fútbol”, empezó a contar.

Después continuó: “Como damos cosas por sentado, creí que mi novia se iba a desesperar en el Mundial de 2002. Pero no; no le importaba nada. Entonces vi los partidos solo y con mi alma. De allí en más, la melancolía. Hasta que apareció Messi… Ya se hablaba de un pibe que la rompía en las inferiores. Cuando entró por primera vez a jugar y en el primer partido, en el que ya mostró algo diferente, hasta hace dos semanas que se lesionó, a mí me salvó un poco la vida. Viviendo en un lugar que no era el mío, él me salvaba en los sábados”, confesó Casciari, que en el cuento se alienta al saberse “un gordo con la suerte de gustarle mucho un deporte y ser contemporáneo de su mejor versión”.

Sobre su “salvador” también habló desde las críticas que se le hacen “por ser el primer ídolo futbolístico que no tiene debajo de la camiseta de la selección una de un equipo que lo identifique con el inconsciente colectivo nuestro, como Maradona la de Boca o Bochini la de Independiente, que si juega mal, hay gente que lo defiende. Desde ese lugar y desde la ansiedad de estar arriba de todo, por tenerlo a él, el mejor, no podemos esperar una actitud sueca”.

 

Racing y Maradona

Casciari es fanático de Racing Club. Ese equipo le ha dado mucha letra en varios cuentos, con su padre como protagonista, y también fue utilizado para explicar las diferencias entre el fútbol y las canchas de Europa con las de acá: “Muchísimo mejor se juega, pero es mucho más aburrido”.

Con el título que la “Academia” obtuvo en 2001, cuando él ya estaba en Barcelona, dio una de las mejores definiciones de alegría. “Yo estaba entre la euforia y una tristeza muy grande. Yo veía a la gente en la tribuna sintiendo que no sentía alegría. La alegría no lo es si no está en contexto. Si no estás con las personas que te prometiste esa alegría. Yo sólo pensaba en el sillón vacío al lado de mi viejo y lo veía como una traición horrible. Instintivamente miré hacia afuera esperando bocinazos, pero el silencio a las tres y media de la mañana fue una cachetada muy fuerte. Estaba a 12 mil kilómetros de la alegría. Es una especie de elección. Prefiero perder cuando estás con la gente que querés, a festejar muy lejos”, sostuvo.

Luego llegó la hora de hablar de Maradona. “Seguramente he escrito más de Diego que de Messi”, advirtió, y se puso a contar “10,6 segundos”, el cuento que se basa en el tiempo que transcurre entre el pase de Enrique a Maradona y el mejor gol de toda la historia, narrando el momento que vive cada uno de los protagonistas de ese gol y cómo les cambió la vida, menos a Diego.

Con él, y con Messi, fue cerrando una charla de fútbol y literatura en las tribunas del “Pirata” cordobés. Así, cuando le preguntaron quién era su “10” de las letras, él contestó: “En el fútbol, cada uno tiene a su Maradona o su Messi. En los libros, yo también me quedo con dos argentinos. Pero no por ser del país, sino por encima de todo. Por un lado Borges y por el otro Cortázar. Borges es perfecto, más parecido a Messi. Pareciera que no le costara escribir, como a Messi pareciera no costarle batir récords. Y después está Cortázar, que es menos dotado que Borges, pero termina haciendo unas magias… Justamente por todo lo que cuesta mucho, mejor es. Ahí se parece a Maradona, porque tiene una épica, una leyenda que traspasa su propia función de futbolística o literaria en caso de Julio (Cortázar). Entre esa perfección y esa epopeya también estamos nosotros, los argentinos”.

Así la charla se iba terminando mientras el fondo era el verde césped del “Gigante” de Alberdi. Hernán Casciari es difícil de definir, por eso es válido utilizar los términos que usan en Barcelona con Lionel Messi: es el “jodido” amo.

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