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Con mucha luz y a toda orquesta

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Con mucha luz y a toda orquesta
El intendente Martín Gill, destacó el valor simbólico del edificio de la antigua Municipalidad

Revalorizando la historia y el patrimonio cultural de la ciudad, en un acto ante una nutrida concurrencia, volvió a iluminarse la antigua sede comunal

El intendente Martín Gill, destacó el valor simbólico del edificio de la antigua Municipalidad
El intendente Martín Gill, destacó el valor simbólico del edificio de la antigua Municipalidad

Fue inaugurada ayer la obra de restauración y puesta en valor de la fachada del edificio donde funcionó la sede de la Municipalidad de Villa María desde 1895 hasta 1980; “edificio por el que pasaron gobiernos de derecho y gobiernos de facto; donde tuvo su oficina aquel turco fotógrafo cuya tarea fue revolucionaria, podría decirse, Salomón Deiver; este edificio hasta donde vino, caminando desde su casa, desde aquí cerca, el intendente Carlos Pizzorno, acompañado por su hijo Litín y por quien lo desplazaba de su cargo; este edificio en cuyo solar funcionó la primera escuela que existió en la ciudad y la primera capilla, donde desarrollaba su labor pastoral Fray Chanea; este edificio en cuyo patio central se abrió la capilla ardiente para velar a María Eva Duarte”, señaló en su discurso el intendente Martín Gill ante las autoridades presentes, referentes de distintos espacios políticos y sociales y medio millar de villamarienses.

El antiguo edificio Municipal, que es parte de la identidad de la ciudad y en el que actualmente funciona el Instituto Municipal de la Vivienda (IMV), albergó, también en la década de 1980 al Museo Antártico y al Museo Bonfiglioli; fue sala de ensayo del Coro Polifónico de Villa María y cobijó a la Agrupación Folclórica entre otras tantas entidades que desarrollaron allí sus actividades.

Efectivamente; el edificio de la calle Mendoza al 800 es identitario.

“Celebramos hoy, en cada uno de los actos, la cultura, la educación, el desarrollo y la historia, que trasciende más allá de las personas. Y en este lugar pasó parte de la historia de la ciudad”, sintetizó Gill.

Desde ayer, quedó restaurada la fachada de la vieja Municipalidad, bajo la supervisión del área de Patrimonio de la Comuna, a cargo del arquitecto Hugo Las Heras, la fachada es iluminada por 420 luminarias de led que, dentro de 15 días, serán alimentadas por pantallas solares. Y fue coronada por el escudo de la ciudad, recreado por el artista plástico y músico César Bravín.

El Escudo de la ciudad, reconstruido por César Bravín
El Escudo de la ciudad, reconstruido por César Bravín

El único cambio que se le efectuó fue, en el ingreso, una rampa para que pueda acceder por sus propios medios los discapacitados, ya que además del IMV, funcionan en el inmueble el Instituto Municipal de Inversión, la Oficina de Empleo y el área de Discapacidad.

Las antiguas placas que están en la fachadas desde el Centenario de la Patria, en 1910, continuarán allí tras haber sido restauradas y descubiertas durante las celebraciones del pasado 9 de Julio. En tanto, las nuevas placas donadas por la Sociedad Italiana y la Asociación Española de Socorros Mutuos en ocasión del Bicentenario de la Independencia, han sido reinstaladas en el zaguán de entrada del edificio, con acuerdo de las instituciones donantes.

Como en un viaje a través del tiempo, por un momento el presente se convirtió en pasado y el pasado, en futuro y la banda con sus bronces tocó retreta, como un siglo atrás lo hacía jueves y domingo frente a esa misma plaza donde los vecinos se juntaban a admirar el edificio de la Municipalidad, el único iluminado por entonces.

Unos quinientos villamarienses se apiñaron para escuchar anoche a la banda que inició su actuación con una marcha italiana, cuya partitura fue conservada por la nieta del primer director de la Banda Municipal y restaurada e incorporada al repertorio actual.   Luego, sonaron los primeros acordes de un paso doble. Ambas composiciones, en honor a las dos comunidades mayoritarias que se instalaron en esta villa que ya comenzó a dar sus primeros pasos hacia el siglo y medio.

Y luego fue el tiempo de la milonga y más tarde la hora del jazz y la noche villamariense se hizo sueño; sueño de porvenir. Restaurada la identidad y reconocidas las raíces “estamos a la altura de las circunstancias”, aseguró Martín Gill.

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