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Desde Cultura agradecen por el desarrollo del “Villa María Vive y Siente”

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Desde Cultura agradecen por el desarrollo del “Villa María Vive y Siente”

Escribe: Gabriela Redondo

Los límites de mi mundo, son los límites de mi lenguaje Wittgestein

 

Soy artista, bailarina desde hace más de 40 años y tengo la convicción profunda que el arte es un lenguaje, una forma de expresión. El lenguaje es un componente inseparable de la cultura, es la herramienta material del pensamiento, la posibilidad que podamos expresarnos, a través de diferentes lenguas. Lenguas que aprendemos a fuerza de repetición, como un modo especifico de significar el mundo. Es la lengua que nos habla, la lengua que al hablarla de manera reiterada nunca es igual: ninguna repetición es idéntica a la otra, esa creatividad y diversidad singular constituye el arte y nos constituye a nosotros/as mismos/as.

Nada escapa al lenguaje, a la significación que nos da el mismo: la sociedad entera está atravesada, penetrada por el lenguaje y la cultura. Todo es cultural y es imposible practicar una “no cultura”. La cultura es “una fatalidad a la que estamos condenados”, decía Barthes. La cultura tiene significados simbólicos, significados en un contexto, que no son fijos y estables, sino dialécticos, históricos, sociales y políticos, que se vinculan con las posibilidades de las circunstancias.

La sociedad nos impone lenguajes divididos, el pensarnos de manera diferente es una actitud de reflexividad que nos permite pensar otras posiciones de la cultura, pensar políticas culturales que nos permitan reconocer esos sentidos, desnaturalizarlos, repensarnos y reflexionarnos en el lenguaje general que es el arte y la cultura. Es desplazar el lenguaje y buscar otras nuevas formas de nombrarnos, nuevas formas de relacionarnos, no ya en leguajes divididos, sino en la diversidad de las lenguas, en el lenguaje colectivo.

Como una composición en la danza. Una composición es una relación, es generar un mundo de relaciones donde cada uno de los símbolos tenga sentido para la totalidad. Componer implica entramar en un espacio/tiempo lo singular y lo colectivo. Un espacio donde consisten las subjetividades y que, al encontrarse/pensarse con otros se articula “lo común”. Nadie sale siendo el/la mismo/a luego de formar parte de una composición, ni de pasar por una experiencia cultural en cualquiera de sus formas, eso posibilita nuevas subjetividades y también la posibilidad de nuevos lazos sociales.

Gracias a todo el equipo de Cultura por poner el cuerpo, las ideas, el cariño, por creer en este proyecto cultural enmarcado en una gestión municipal. Como una composición, cada cual tiene un espacio asignado, y tiene sentido en la puesta total. Gracias porque en esa forma de pensarnos transformamos profundamente nuestra manera de sentir, de ver, y en ese mismo acto, transformamos el mundo que nos rodea.

Gracias por haberse aventurado a ampliar nuestro propio lenguaje, cuestionar las formas tradicionales, crear nuevas formas de ver el mundo, establecer nuevos modos de nombrar ampliando las posibilidades y límites de “nuestro mundo”.

Gracias por la experiencia colectiva de estos meses de trabajo, cristalizados en doce días, más de 500 actividades, el esfuerzo y el trabajo, la puesta en común y los lazos construidos.

* Subsecretaria de Cultura del municipio local

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