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Los lectores también escriben

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Los lectores también escriben

¿Hasta cuándo?

El 30 de agosto de 2011, ante escribano, quedó comprobado que la cesión de derechos para la explotación del estacionamiento público vehicular, realizada a favor de federación mercantil, con el aval de Eduardo Accastello, fue producto del fraude. La firma del “cedente”, Luciano di Tella, había sido burdamente falsificada.-

El “estacionamiento medido” funciona como una enorme “caja negra”, alimentada día a día con los dineros de los vecinos, dineros incontrolables en cuanto a su destino final, a pesar de provenir de la explotación de un servicio público.      

Resulta inconcebible que Accastello, enterado de que la cesión se había consumado mediando falsedad ideológica, omitiera denunciar el hecho a la Justicia. Ni siquiera ordenó un sumario para saber cómo se había llegado a ese extremo de impostura, engañando, no ya a dos tribunos, sino a todo el pueblo de Villa María.

Hoy ya nada se puede disimular o fingir. Analicemos los hechos. El trípode de la impostura tiene sus tres patas perfectamente asentadas en los tres protagonistas de esta historia (cedente-autorizante-cesionario). El apoderado de la firma cedente, era Omar Regueira, que luego cumpliría funciones de primer nivel en lugares claves del municipio, como “hombre de confianza” (o “alter ego”) de Accastello. Los entonces representantes de Federación Mercantil (Belloccio, Maccarini y Cabrera), dirigentes de la CGT, operando como “apéndices” del Frente para la Victoria local, adhirieron pública y corporativamente a todas las postulaciones políticas del “benefactor” Accastello. También cumplieron su parte en el “enjuague”, los entonces (y actuales) funcionarios municipales Beltrami y Muñoz. Pueden los jueces y fiscales seguir mirando tranquilamente para otro lado. Ya sabemos quién fue (y sigue siendo) el verdadero beneficiario del sistema, y por sobre todo, quién fue el autor intelectual de la falsificación del documento apócrifo. Y algunos, además de falsarios, resultaron tan cobardes, que adjudicaron a los tribunos Naselli y Maristany la intención de dejar sin trabajo a los controladores conocidos como “naranjitas”, por el solo hecho de denunciar la estafa.

Pero la “frutilla del postre” la proporcionó el mismo Accastello junto a “los conocidos de siempre” (Navarro Alegre, Carignano y de Falco). El 20 de diciembre de 2013 (regalito navideño), se firmó el Decreto 1.555 prorrogando el negociado, por 5 años más (hasta el ¡¡¡30 de setiembre de 2019!!!). Así, se “pusieron a cubierto” de cualquier “cambio de clima”. Este perverso e infame decreto no mereció ningún parte de prensa. Fue gestado y firmado con el mismo disimulo y sigilo que utilizan las comadrejas cuando atacan gallineros.

Sabemos que el actual intendente es el heredero de ésta, y otras pesadas herencias. Sabemos también que se han dado pasos para corregir algunos de los tantos timos, abusos y rapiñas de quienes llevan 12 años atornillados en el poder. Y que estos pasos, vacilantes, relativos, han sido aceptados, aprobados, con beneplácito, por los vecinos (me refiero al cierre del comité partidario de Accastello en Córdoba, y a la decisión de exigir rendición de cuentas a los entes comunales). Ahora se le presenta al doctor Gill una oportunidad “de oro” para continuar por la senda de la transparencia, propuesta como espejo de su gestión.

Este sistema de recaudación de fondos públicos para beneficio privado, tiene sus cimientos hundidos en terrenos movedizos y podridos. Una correcta asesoría jurídica le proporcionaría al señor intendente, los elementos técnicos y legales para que el municipio retome el rol de gestor de los recursos públicos, (art. 67 com).

Desmontar la actual maquinaria concebida para derivar los recursos de la gente a ámbitos fuera del control estatal, resulta un imperativo impostergable. Y aquellos que cumplen funciones laborales dentro del actual esquema, deberán ser absorbidos por el nuevo sistema, sin desmedro de ninguno de sus derechos.

Sabemos que no será tarea fácil. Aún siguen aferrados a sus cargos, varios de los falsarios y estafadores de la fe pública también allí se inscriben algunos “asesores” con despachos ubicados en sectores estratégicos del municipio.

Y lo que es peor, se vive la sensación de que la ubicua y ominosa sombra de “el amo”, sigue flotando por los cielos de la ciudad. Su propio “relato” se basó en la “transformación” de Villa María. Pero al margen de alguna “transformación” material y estética, desde lo moral y la decencia, su gestión convirtió a nuestra ciudad en una nueva Gomorra, como la bíblica ciudad del pecado.-

Insisto. Desmantelar el entramado de una gestión corrupta, no es un trabajo sencillo, pues los intereses ya instalados, van a luchar por mantener sus regalías. Los inmorales se sostienen con la fuerza del dinero, las influencias y la prepotencia. Y recurrirán a cualquier medio para conservar esta escandalosa fuente de ganancias. Utilizarán (como lo han hecho ya) cualquier herramienta para que nada sea cambiado, o para que el cambio, si lo hubiera, sea tan leve que ni se note.

Porque el actual sistema debe ser talado “de cuajo”, sin medias tintas. Desde mi humilde lugar de simple vecino, pido a Dios le otorgue al doctor Martín Gill las fuerzas necesarias para poder llegar a feliz puerto con sus propósitos de adecentamiento de la gestión pública municipal. Y que el “negocio” del estacionamiento tarifado, lo sea para los propios vecinos que lo sostienen, y sus recursos se vuelquen en obras y servicios para toda la comunidad.                    

 

José Naselli – Extribuno – Vecino

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