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Medio año de las monjas en el Hogar de Ancianos: “Vemos mucha soledad”

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Medio año de las monjas en el Hogar de Ancianos: “Vemos mucha soledad”
“Villa María es una ciudad muy linda, con mucho auge y que es linda por su gente, por la generosidad que muestran”, dijo María Pilar a EL DIARIO

La congregación de Clarisas Capuchinas trabaja espiritualmente con adultos mayores

Lo expresó la hermana Pilar. Dijo que así llegan al hogar. También tuvieron contacto con jóvenes y expresó que ve una falta del sentido de vida. Se mostró agradecida con la sociedad villamariense

Se cumplieron seis meses desde la llegada de tres hermanas de la congregación de Clarisas Capuchinas al Hogar de Ancianos Roberto Velo, y las monjas ya pueden hacer un balance.

De los diálogos cotidianos con adultos mayores observaron que llegan a ese espacio con mucha soledad. También han compartido en este tiempo varias conversaciones con jóvenes, y creen que la cuestión que los aflige es la pérdida del sentido de vida.

Así lo señaló la hermana María Pilar al charlar con EL DIARIO.

“La bienvenida había sido hermosa. Nosotras vinimos con el corazón para trabajar con los abuelos y el balance es en general muy bueno. Se trabajó mucho con los ancianos y con el plantel de empleados, ha habido muy buena respuesta en lo espiritual como en lo de todos los días”, señaló.

“Se vio esa respuesta del sí y del acá estoy, de que todos ponemos ese granito de arena para que la vida de los abuelos mejore cada día, desde un mejor servicio, mejor atención y condiciones para ellos”, manifestó.

Ante la pregunta de este cronista, confesó que “en general la situación de cada abuelo cuando llega es de mucha soledad, con esa falta de esperanza de que nadie me quiere o nadie me acompaña”.

“Es una falta de esperanza de estar en situación de calle donde se sienten muy solos”, advirtió.

En ese marco, dijo que hablan mucho con las abuelos y los abuelos y les transmiten que “Dios siempre los acompaña y que para eso estamos nosotras, que no somos las familias pero que tratamos de ocupar ese pequeño espacio en el corazón”.

Por otro lado, María Pilar declaró que “la gente se acercó mucho” a ellas desde que recorren las calles de Villa María.

“Se nos conoce mucho por las bicicletas”, dijo entre risas, aludiendo a su costumbre de transportarse en esos vehículos de dos ruedas. “Andamos en distintos barrios, trabajamos en distintas parroquias con los jóvenes, hubo misión en la parroquia de Luján, lo que hizo que estuviéramos con la juventud, dialogamos mucho”, repasó, al tiempo que opinó que la Villa es “una ciudad muy linda, con mucho auge y que es linda por su gente, por la generosidad que muestran”.

Como relató que estuvieron en contacto con jóvenes, se le consultó cuáles fueron los principales planteos que advirtieron.

“Surgió  el tema actual, de para qué viven. Parte de la juventud está muy perdida, no tiene rumbo”, aseguró.

“Ver a una religiosa que ha entregado su vida a Dios desde joven, porque yo soy joven y hace mucho que estoy en el convento, permite que vean esa entrega y vean que es posible, observan que le dijimos sí a Dios en algo duradero, que persevera y que somos felices haciendo lo que hacemos”, declaró poniendo en el centro su historia de vida.

La religiosa evaluó que “falta Dios en la sociedad, lo hemos apartado de la vida, Dios molesta, cuando tendría que ser todo lo contrario”. “Mientras esté Dios, ordena, ordena un alma, una casa, una familia, un matrimonio y de ese orden salen las cosas buenas. Nosotras vinimos a prender esa luz de Dios donde hay oscuridad”, concluyó.

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