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Un desesperado reclamo a la Apross

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Un desesperado reclamo a la Apross

Afirma que su esposa está muy grave y la obra social de la Provincia no se hace cargo ni siquiera del diagnóstico

El hombre cree que su esposa y madre de tres hijos podría ser víctima del mal de la “vaca loca” y asegura que nadie en la Clínica de la Familia de Córdoba le da una respuesta

 

Ezequiel Casar es un hombre desesperado que hizo público su clamor con el propósito de que desde la Administración Provincial del Seguro de Salud (Apross), la obra social provincial, alguien lo escuche e intervenga para que la angustiante situación por la que atraviesa su familia como consecuencia de la enfermedad de su esposa no termine en una tragedia.

“Tengo a mi esposa que día tras día se va deteriorando. Los médicos me responden que es un acompañamiento, pero que hacen falta los estudios del Fleming para definir qué enfermedad realmente tiene. La obra social Apross no se está haciendo cargo de nada. Hubiera preferido no tener nada -porque desde la Provincia me dicen que si no tuviera nada, ellos se harían cargo- a tener esta obra social en la que no se hace cargo nadie de nuestro caso. Cada tres días mandan a un auditor distinto y los auditores, cuando llegan a la Clínica de la Familia, acusan que están ajenos a la situación.

Mi esposa es el caso más grave que hay en esa clínica y que debe haber en Córdoba con este cuadro en estos momentos. Ellos presumen que tiene la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, el ‘mal de la vaca loca’, pero hace falta confirmarlo mediante unos estudios que se realizan en el (Instituto) Fleming”, señala Casar en un audio que circuló por WhatsApp, ya que “ningún medio se hizo eco hasta ahora”, explicó el hombre a EL DIARIO.

Al audio mencionado lo hizo circular Carlos “Pecas” Soriano, a quien el angustiado Casar acude y que, según afirmó éste, “me ha ayudado mucho”.

“Por más que una persona se esté por morir o no se esté por morir, hace falta la asistencia del Estado o, en este caso, de mi obra social, que no se está haciendo cargo. Este doctor, si pertenece a la obra social, nunca, pero nunca, se comunicó conmigo. Hace una semana que lo estoy esperando”, agregó Casar.

“El deterioro de mi esposa va ocurriendo muy rápido. Ella está hinchada por retención de líquido, por no mencionar otras cosas más que este doctor Aliaga debería ver personalmente. Pero el doctor Aliaga, que me iba a hablar, nunca me habló”.

“Uno no lo sabe hasta que no le toca. Es cierto el dicho ese, es cierto. Porque nosotros teníamos una vida normal. Tenemos tres hijos. Mi esposa, hermosa, tiene 38 años. Esto empezó hace dos meses y no se imagina nadie, solamente la persona que lo vive, lo que sucede. Tengo una hija de 12 años, otra de 10 y un varón de 6. Mi hija de 10 años está destruida. El psicólogo la está asistiendo, pero…”, dejó flotando Casar.

“Por favor, pido que alguien se haga responsable. A la obra social le pido por favor que se haga responsable para definir qué es lo que tiene mi esposa.

 

¿Qué es el “mal de la vaca loca”?

El “mal de la vaca loca” al que alude Ezequiel Casar, el marido de la mujer que espera ser atendida, se define clínicamente como “encefalopatía espongiforme bovina. Es una enfermedad causada por priones, y que se puede transmitir a los seres humanos a través del consumo de partes de animales infectados, sobre todo tejidos nerviosos”.

La encefalopatía espongiforme bovina (EEB) o enfermedad de las vacas locas pertenece a una misteriosa familia de enfermedades emparentadas, muy raras en su mayoría. Los primeros casos de animales enfermos se declararon en el Reino Unido en 1986. En 1996 se detectó en el ser humano una nueva enfermedad, una variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, que se relacionó con la epidemia de EEB en el ganado vacuno.

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